Félix Población
Mientras Manuela Carmena,
Echenique y Pablo Iglesias desbordan aforos en Madrid, Zamora o Zaragoza, a la
espera del multitudinario mitin que se espera para hoy en la capital del reino,
el PSOE recurre a la vieja gloria de Felipe González para tratar de reconquistar
Extremadura, con solo poco más de la mitad del aforo en la plaza de toros de
Cáceres.
A falta de saber lo que ocurra el
domingo, tengo la impresión de que la fecha va a ser histórica, y no sólo
porque va a suponer el principio del acabamiento del bipartidismo dinástico,
sino porque quizá ni el Partido Popular ni el PSOE se imaginen hasta qué punto
van a ser castigados en las urnas. Esta vez los ciudadanos tienen varias y
consistentes alternativas para hacerlo y cabe esperar que no van a desaprovechar la ocasión, tal
como adelantan las encuestas.
Conviene recordar, en este punto,
que el partido responsable de esta movilización social en pro del fin del
bipartidismo vigente fue Podemos y que el fenómeno Ciudadanos –reducido
hasta hace un año a Cataluña- saltó a la arena nacional después. Lo hizo tras
obtener medio millón de votos y dos escaños en las elecciones europeas del
pasado mes de mayo, por debajo de los cinco eurodiputados logrados por el
partido de Pablo Iglesias. También quedó Ciudadanos por debajo de Podemos en
las pasadas elecciones autonómicas en Andalucía, a pesar de obtener un buen
resultado.
Ahora el partido de Albert Rivera
se ha convertido en la alternativa más idónea para castigar la corrupción e
ineptitud del Partido Popular. Puede que también reste votos al PSOE y a
Podemos, pero serás muchos menos con toda seguridad. Quienes elijan esta alternativa no deberían confiar
en que vaya a ser la más cabal para castigar al PP. En la política de pactos
que se nos viene encima, Rivera será más fiel a sus orígenes -como exmilitante
de ese partido- que aliado de otro cualquiera. O sea, que el voto a Ciudadanos será en el
fondo un voto a la conformidad, inspirado por el miedo al cambio con garantías
de serlo con la mayor decencia.
En este sentido, y dado que me
parece una de las comunidades donde más arraigado está ese tipo de voto, va a
ser interesante saber hasta qué punto Castilla y León mantendrá su fidelidad al
Partido Popular, pese a las casi tres décadas de gobiernos totalmente
ineficaces que ha venido soportando la región. Pienso, no obstante, que por bueno que pueda ser el
resultado de Ciudadanos, la inclinación natural de este partido no puede ser
otra que pactar con el PP para tener más de lo mismo. Me temo que eso sería trasladable al resto del país si para gobernar se dieran similares circunstancias a las que posiblemente se den en Castilla y León.
PS.- Quizá la negativa de Ciudadanos en Andalucía para no apoyar la investidura de Susana Díaz se deba, sobre todo, al reparo de pactar de primeras con el PSOE en previsión de no perder los votos que podría recolectar el domingo procedentes de la derecha. Porque el capital que financia a Ciudadanos así lo quiere.
DdA, XII/3010
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