miércoles, 20 de mayo de 2015

GASPAR LLAMAZARES: MÁS ESFUERZO QUE GLORIA

Garzón Llamazares 1

Jaime Poncela

A mi me parecería tan extraño oír a Gaspar Llamazares contar un chiste como enterarme de que ha robado un solo euro aprovechándose de su cargo. Le han llamado muchas veces soso, estirado y muermo, pero jamás corrupto. Esto que parece tan simple y que debería caer por su propio peso, es en los tiempos que corren todo un lujo en la política española, un circo lleno de tipos con sonrisas de hiena, discursos efectistas y las manos tan largas para dar palmadas en la espalda como para meterlas en el cajón del erario público y llevarse luego el botín a un paraíso fiscal.
Llamazares sonríe poco pero no ha robado nada, considera que la confianza en política se gana con los hechos, no con los dichos, ha cambiado de discurso menos que de corbata, no tiene coche y presume de ser un “rojo” de los de siempre no de los de ocasión, de los que aún son republicanos y no regalan Juego de Tronos a los reyes porque, dice, “es una serie en la que tengo entendido que se cortan muchas cabezas y lo mismo van estos (los reyes) y se aficionan a hacerlo aquí”.
Llamazares vuelve a Asturias para seguir en la política, una tierra de la que se reclama por nacimiento, y vocación a pesar de que muchos de sus ancestros se pierden entre Castilla y Galicia y a quien no le perdona que haya pasado tantos años en Madrid. Sin embargo él asegura sentirse uno más y deber a los asturianos todo lo que ha sido hasta ahora y dice que su manera de pagar esa deuda se plasma en haber desarrollado a conciencia su tarea de diputado en representación de esta pequeña comunidad autónoma “a la que también hay que defender desde Madrid o desde donde sea”. Niega que esta candidatura a las Presidencia de la Comunidad sea una argucia para atecharse en un cómodo escaño hasta que llegue el tiempo de la jubilación política.
Es demasiado mayor para estar en la generación de Alberto Garzón, pero es demasiado joven para contar batallitas de la Pasionaria y Marcelino Camacho. A Llamazares le han pillado los tiempo en los que la política, como las series de televisión y los concursos, optan por la simplificación y las pastillas de ideología instantánea, de usar y tirar, sin debate, sin elaboración y sin necesidad de leer demasiados libros. Llamazares es de la escuela de la política artesanal, la que trata de convencer para poder vencer, de la que hace discursos con sustancia, tan pedagógicos como los de Anguita aunque con menos chulería andaluza.
Llamazares cree que Izquierda Unida es un caballo resistente pero perdedor en los grandes premios, un pura sangre para tirar del arado de la historia, no para lucir el palmito en el club de campo,  una montura poco o nada apta para correr grandes premios haciendo llegadas espectaculares sacando un par de cuerpos a los perseguidores. El candidato Llamazares ha interiorizado que ser minoría es una condición que va unida a la opción política por la que se presenta, pero habla de su propuestas de gobierno con la misma energía, elaboración y convencimiento que si hubiera razones fundadas para creer en una IU con mayoría. Evita referirse a “Podemos” en la medida de lo posible y cuando lo hace emplea un tono algo condescendiente e irónico de quien sabe que la izquierda es un concepto demasiado serio como para dejarlo en manos de los políticos.
Llamazares es mejor que IU y tiene más prestigio que su formación política, una suerte para IU y una desgracia para él, condenado a cargar con mucho peso y conseguir a cambio poca gloria. Tal vez por eso cuente tan pocos chistes.

AsturiasHoy DdA, XII/3007

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