Jaime Poncela
La precampaña electoral a las municipales de Gijón va camino de
convertirse en la segunda parte de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”,
aquella divertida película en la que el mundo de los dibujos animados se
mezclaba de forma constante con la realidad. En Gijonlandia, país de
fantasía, el gran debate se centra estos días en el dibujo de una
presunta e ideal remodelación de El Muro, enésima paja mental del
onanismo político que nos invade y en la que, por cierto, el martillo de
Capua desaparece milagrosamente. Con la colaboración inestimable del
producciones Voceros de Vocento, entusiastas divulgadores de todo
aquello que lleva la firma de la factoría Moriyón aunque su valor
informativo sea el mismo que el de las aventuras de Anacleto, agente
secreto, los grandes partidos (sic) han entrado al trapo de las
fantasías animadas de ayer, hoy y siempre que tan útiles son para tapar
los enormes agujeros que todos ellos tienen en su ausencia de propuestas
para Gijón. Candidatos de desecho de tienta que se nos presentan como
flamantes paladines que defenderán nuestro presente y nuestro futuro.
Todo tinta china. En esta ciudad en la que lo todo lo fundamental sigue
sin terminar pero en la que siempre hay tiempo para los dibujos animados
que tanto juego dan en las tertulias de los chigres, se nos avecina una
campaña de dibujos animados en la que el intento de confundir realidad y
ficción será constante.
Tras cuatro años de no hacer nada, con un balance de gobierno que se
resume en un carril-bici y una gestión económica y social que coloca a
esta ciudad en las zonas de alarma de la pobreza infantil según Unicef,
la alcaldesa inédita se lanza por la vía del consabido victimismo frente
al no menos inoperante gobierno socialista de Asturias, y se dispone a
crear un Gijón paralelo de dibujos animados para entretener al personal
en una discusión sobre bocetos y crear la sensación de que Foro nos
llevará al otro lado del espejo y de las infografías para descubrir allí
un mundo perfecto en el que seremos felices.
Pasan estas cosas mientras Gijón sigue siendo engañada sin estación
de autobuses, sin plan ferroviario, sin saber para que sirve el túnel
del metrotrén, sin accesos a la ciudad por la oeste, sin ZALIA, sin un
plan de empleo e industrial realmente efectivo, pero con 40 millones de
euros que, al parecer, están disponibles para jugar a las casitas en el
Muro en una nueva huída hacia adelante que solo revela la impotencia, la
inutilidad y la superficialidad de quienes no tienen otro plan para
Gijón que no sea el de seguir tratando de engañarnos a todos. ¿De dónde
ha salido de pronto tanto dinero? ¿Lo fabrican por la noche en sus
imprentas los golfos apandadores y el tío Gilito? Ya está bien de tanto
engañar a esta ciudad. No se lo merece.
Artículos de Saldo DdA, XII/2966
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