Se llevó por delante a todo un ministro de Justicia, Alberto
Ruiz-Gallardón, que creyó que entre los mercaderes de la política algo
es inconmoviblemente verdadero o falso. En su Programa Electoral del 2011, el Partido Popular, bajo el lema Lo que España necesita, decía en la medida 06 del apartado 3.1. La familia, primera sociedad del bienestar:
La maternidad debe estar protegida y apoyada. Promoveremos una ley de protección de la maternidad con medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se encuentran en situaciones de dificultad. Impulsaremos redes de apoyo a la maternidad. Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores
Es
decir, todo un monumento a la inconcreción y la ambigüedad.
Ruiz-Gallardón quiso una contrarreforma de la actual ley del aborto como
trampolín hacia otras rutas imperiales, pero la aventura acabó en
desventura. La Conferencia Episcopal Española (aunque en tono menor:
gobierna el PP), el ala más conservadora del PP y otras asociaciones
antiabortistas se impacientaban, pero los voceros más prominentes del PP
se apresuraban una y otra vez a decir que cumplirían sus "compromisos
electorales" y reformarían la ley del aborto.
La cosa es que desde
el comienzo del mandato del Gobierno de Rajoy y su mayoría absoluta
parlamentaria hasta hoy no se ha movido una mosca en relación con la Ley
del aborto. El Título II de la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo
ha continuado incólume y sin la más leve modificación, por lo que la
ley de plazos sobre la interrupción voluntaria del embarazo no retornó
jamás a la anterior ley de supuestos... hasta hoy. En efecto, como hace
unos días se comunicó a bombo y platillo desde el PP el enésimo
advenimiento de la reforma de dicha ley del aborto, estamos a la espera
de en qué acabará este nuevo anuncio.
Temblaron los cimientos de
las casas, tronaron los sagrados montes de la moralidad tradicional,
imaginamos que la ley del aborto actual entraba en la sala de partos y
la majestuosa gaviota enseñaría pronto, desde la balconada de Génova, su
nueva criatura, más presentable, más y mejor vestida, acorde con los
cánones éticos y estéticos de la moral de siempre, de la moral
hispanovisigótica.
Los montes Populares están de parto, el PP ya
ha registrado en el Congreso una proposición de ley para reformar la
actual legislación sobre la interrupción voluntaria del embarazo, e
incluso su portavoz, Rafael Hernando, prietas, recias y marciales las
filas, proclama que van a responder con su firmeza de siempre al
cumplimiento de "una parte muy importante del programa electoral".
Dicen
que se debatirá a finales de marzo y se aprobará en junio. Y entonces,
defendiendo la bandera de la santa tradición, darán a conocer tan fausta
nueva: romperán aguas, abrirán sus fauces las montañas nevadas y se
anunciará la
derogación del apartado 4 del artículo 13 de la Ley Orgánica de Salud
Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo y se
añadirá a la Ley de Autonomía del Paciente que
para la interrupción voluntaria del embarazo de menores de edad o personas con capacidad modificada judicialmente será preciso, además de su manifestación de voluntad, el consentimiento expreso de sus representantes legales
En otras palabras, los montes parirán felizmente el ratoncito
por el que que una menor podrá abortar si -y solo si- lo autorizan sus
papás, lo cual quieren hacer coincidir con el compromiso del PP en su
Programa electoral del 2011 de reformar la Ley Orgánica 2/2010 de salud
sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo.
En
resumen, los antiabortistas andan ya cabreados con el anuncio del timo
del tocomocho por parte del PP en materia del aborto. Por otro, no pocas
menores de edad sometidas al supuesto criterio, en ocasiones
inexistente, aberrante o alienante, de sus progenitores o tutores. Fito Vázquez lo ha dejado magníficamente plasmado en estas mismas páginas en una genial viñeta donde una adolescente se pregunta: ¿Y quién dice que mis padres estén preparados para tener un hijo mío?.
El Huffington Post DdA, XII/2928
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