Ana Cuevas
Es
duro convivir con una enfermedad degenerativa que intenta doblegar tu
voluntad con mil formas diferentes de tortura. Un mal que consigue
paralizar tus piernas. Que lanza misiles dentro de tus arterias para
bombardear el corazón hasta quebrarlo. Cada día, mi amigo Antonio se
sobrepone al sufrimiento. Al dolor casi constante que agarra su pecho, a
las limitaciones de movilidad (y al abatimiento autocompasivo al que
nos abandonaríamos la mayoría de mortales en sus circunstancias) para
desplazarse a su cita diaria con la coherencia.
Ya
son 21 meses. Todas las mañanas con lluvia, cierzo o un bochorno
irrespirable, de lunes a viernes, mi querido perro-flauta motorizado
(como a él mismo le gusta definirse) dirige su corcel mecánico hasta el
portal donde vive la consejera de educación Dolores Serrat. Allí, de
forma tan tenaz como respetuosa, enarbola una peligrosa cartulina de
filos punzantes que reza esta provocativa soflama: "Escuela pública, laica y gratuita para todas y todos". A su lado, un reducido número de personas comparten su determinación ( y las multas y juicios que acarrea).
Marisol,
Marga, Carlos... también exhiben letreros similares a los de Antonio
reclamando que la educación no sea un privilegio, sino un derecho que no
puede estar sujeto a los recortes.
Su
silenciosa presencia solo se altera durante unos breves minutos. Cuando
a las doce en punto, desde los altavoces de la Basílica del Pilar, se
escuchan las angelicales voces enlatadas de los infanticos interpretando
el Bendita y Alabada. Es entonces cuando el perro-flauta motorizado (filósofo,
escritor y profesor emérito) y sus compañeras y compañeros abren sus
pulmones para cantar otro himno que también habla de fe. Un himno a la
esperanza, el Canto a la Libertad que escribió e interpretó miles de
veces otro profesor que también tomó partido hasta mancharse. El abuelo,
nuestro añorado Labordeta.
Habrá un día en que todos...
comienza la primera estrofa. Yo también comparto el mismo sueño.
Muchos lo hacemos. Pero son pocos quienes tienen el coraje y la lucidez
necesarios para dar un paso adelante. Para comprometerse por encima del
dolor físico( y de las consecuencias jurídicas y las sanciones
económicas) por mera congruencia. Para soportar estoicamente el ninguneo
o las críticas de los que consideran su presencia en el portal de la
consejera como un acto de violencia. Un imperdonable acoso.
Mientras
tanto, la calidad de la enseñanza pública aragonesa se deteriora a
golpe de tijera y displicencia. Se podría entender que la violencia y el
acoso la ejercen quienes dinamitan el derecho a la educación de
nuestras hijas e hijos. Pero siempre hay puntos de vista para todo. Y
con la nueva ley de seguridad ciudadana la pacífica protesta de Antonio,
Marisol y Marga podría convertirles en peligrosos terroristas. Casi,
casi yihadistas.
A
mi amigo Antonio eso no le quita el sueño. Al contrario. Está dispuesto
a seguir adelante (¡Adeban! como se dice en fabla). Como buen profesor,
sabe que el ejemplo es imprescindible para transmitir valores. Nada le
asusta más que la inacción frente a lo que considera un expolio. Porque
si algo hace valioso a un territorio es el trato que se da a su
infancia. La mejor inversión para el futuro. El mayor tesoro.
Puede
que llegue ese día que anhelamos pero no será por ciencia infusa. Hay
que empujar muy fuerte contra los elementos ( y elementas) que se nos
interponen. Abrir sin miedo los pulmones para sentirnos libres. Como
Antonio, Marisol, Marga o Carlos ... dar un paso al frente. ¡Adeban!
Siempre adelante.
DdA, XII/2929
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