viernes, 9 de enero de 2015

UN ABOGADO NADA RECOMENDABLE QUE ROZA LA BAJA ESTOFA

Jaime Richart

Oír a un presuntuoso padre de la constitución española razo­nar a mitad de camino entre lo técnico y lo profano en materia jurídica para defender lo indefendible, refleja la ínfima cate­goría profesio­nal de ese personaje que ahora se dedica a la abogacía para la oca­sión. Y no sólo eso, pues de rechazo cues­tiona su contribución a la redacción de la constitución; consti­tución ya de por sí cuestio­nada por razones varias, entre la que se cuentan las es­trechas miras de unos redactores en general, muy contaminados por el espíritu de la dictadura entonces aún muy re­ciente.

Por eso no extraña la bajeza de este engolado y fatuo leguleyo que se permite incluso comentarios ofensivos para el esforzado juez de la causa. Los hechos que fundamentan los sucesivos autos y resolucio­nes del juez y de la Audiencia de Mallorca no requie­ren una inter­pretación muy especializada, pues se expli­can por sí solos por la asimetría de la figura de ambos cónyu­ges y la dife­rencia nada desde­ñable entre la presunta escasa formación empresarial de un ba­lonma­nista y el dominio de la misma de una licenciada en cien­cias empre­sariales que además se entrena en conocimientos finan­cieros en una enti­dad cata­lana bancaria de primera línea. Un abogado tiene que hacer todo lo posible por defender a su cliente, pero también debe sa­ber perder. Algo que no adorna precisamente a este obstinado caballero. Porque la obstinación es típica precisamente de quienes saben que no tie­nen razón.

 En suma, un abogado en ejercicio que, dadas las cir­cuns­tan­cias, el marco en que el proceso penal se está sustan­ciando y sus reiteradas comparecencias en los medios, roza la baja es­tofa y por tanto nada recomendable.

DdA, XII/2893

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