Félix Población
Después del tribunal inquisitorial
a que fue sometido Pablo Iglesias el pasado viernes en la televisión pública estatal, reconvertida
en caverna sectaria de la ultraderecha, fue una auténtica delicia asistir a la
conversación entre el líder de Podemos y el periodista Iñaki Gabilondo en La
Tuerka unos días después. Aunque Iglesias haya ejercido de entrevistador y Gabilondo de
entrevistado, invirtiendo los papeles que cada cual debería representar, el
resultado fue toda una lección de diálogo profundo y civilizado, con sabias
conclusiones para la actual hora de España y para las que nos pueda deparar el
porvenir.
Porque quienes intervenían en esa conversación se respetaban y porque
tanto uno como otro valoraban no solo la personalidad de cada cual, sino los
criterios en que se basaban sus argumentos, pudimos escuchar una de las
interviús de carácter político/mediático más interesantes de los últimos años.
Que esto discurriera, además, entre quien como profesional de la información
desde la Transición a nuestros días tiene ganado un bien merecido prestigio y
la figura política emergente más descollante en la actualidad, debería ser
motivo de reflexión para cuantos periodistas y políticos se empeñan en la
mezquina tarea de la difamación tanto contra Iglesias como contra los
fundadores de Podemos.
No compartió Gabilondo, ni muchos menos, algunos de los
criterios en los que basa el nuevo partido político sus postulados, pero eso no impidió que en todo momento la
conversación discurriera en una atmósfera tan cordial como podría ser la de dos
generaciones que no solo se respetan, sino que se necesitan y conversan sobre la premisa de esa necesidad
insoslayable. Aplicado al plano familiar, la que vimos y escuchamos bien podría ser la constructiva charla entre un padre y un hijo, cuyos valiosos puntos de vista son en uno y otro caso imprescindibles para entender lo que está pasando en su país.
Deberíamos suscribir todos que sin ese diálogo entre la generación
que asentó la democracia, en unas circunstancias muy condicionadas por el pasado próximo, y la de
quienes pretenden defenderla de la dictadura financiera que nos sacude desde hace años con una pérdida creciente
de derechos sociales, no hay posibilidad de despejar un futuro más estimulante
para las jóvenes generaciones, a las que el vigente y decadente régimen está dejando huérfanas de mañana.
Emplear el denuesto o la infamia permanente contra Podemos no solo es indigno y despreciable como línea de conducta política y profesional en los medios de comunicación, sino que comporta un desprecio muy grave hacia un sector cada vez más amplio de la sociedad española, identificado con las expectativas que el nuevo partido político ha levantado y que dentro de un año se dilucidarán en las urnas.
DdA, XI/2867
1 comentario:
Para llegar a ese tipo de periodismo y a ese tipo de política se requiere una revolución ciudadana y este país tiene demasiada vejez dentro.
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