viernes, 12 de diciembre de 2014

EL PP EVOCA SU MEMORIA HISTÓRICA: ¡SE CALLEN, COÑO!

Ana Cuevas

Dice le ministro del Interior que España es uno de los países más seguros del mundo. Pese a la pobreza que avanza, la sobredosis de corrupción que soportamos y la merma de derechos y libertades, a los españolitos no nos ha dado por engrasar la guillotina. Somos un pueblo templado que manifiesta su dolor y su ira pacíficamente. Aún así, nos llueven las multas y los palos. En estos tenebrosos tiempos, la libertad de expresión es un renglón torcido que el capitalismo está dispuesto a enderezar a hostia limpia. Para ello se pergeñó la ley mordaza. Una revolución violenta se puede reprimir a sangre y fuego. Pero utilizar la represión contra el ejercicio de derechos esenciales como el de reunión o manifestación, requiere una explicación tan kafkiana como la que da Fernández Díaz.
 ¿Oiga, si es un país tan seguro, a qué viene esta ley de seguridad ciudadana? No hace falta ser un lince. Basta con repasar la lista de nuevas infracciones y las desproporcionadas sanciones económicas que aparejan para entender de qué va esto. Es la recta final de ese viaje al pasado con el que este gobierno nos obsequió desde que fue elegido por mayoría absoluta.  Ahora, quienes cuidan de nuestra seguridad a punta de pistola, no son "Paca la culona" y sus huestes chaparristas. Pero llevan su adn ideológico y la misma sangre fascistoide bullendo por las venas. Y como aderezo al despropósito, se añade el tema de las devoluciones en caliente. Un gesto torero hacia el tendido más primitivo, visceral y xenófobo del electorado.
Según el ministro, los que criticamos esta ley lo hacemos guiados por la ignorancia y la mala fe porque su motivación es hacernos escalar aún más en el ranking de la seguridad universal. ¿Qué será lo siguiente?, ¿Una camisa de fuerza para deslenguados y rebeldes?  La cuestión es: ¿un país  más seguro para quién?  Porque no lo va a ser para los cientos de miles de ciudadanos que protestan pacíficamente en las calles o para los que impiden con resistencia pasiva los desahucios. Tampoco para los activistas o miembros de la prensa alternativa, cuyos nombres se recopilarán en legalizadas listas negras. O para quienes osen reunirse sin notificarlo o celebrar una asamblea sin permiso. Con una ambigüedad que la propia policía ha señalado, se puede crujir al personal casi por cualquier cosa. ¿Quién puede sentirse seguro en este marco?
Lo dicho, no hace falta ser un lince para deducirlo. La ley mordaza solo protege a los mangantes de élite y a los políticos que trabajan al servicio de un sistema corrupto. Se protegen de nosotros. Así de simple.  Al final de este saqueo solo les quedaba robarnos la voz y la palabra. Cautivos, muditos y sumisos. La ley mordaza podría resumirse en una sola frase inspirada en uno de los gurús intelectuales de la ultraderecha carpetovetona: ¡Se callen coño! Fenández Díaz podría dejarse de tantos circunloquios y emular la oratoria de Tejero. Las cosas claras ministro. Al pan pan. Y a la represión de los derechos democráticos golpismo.


DdA, XI/2869

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