Ayer me asomé al Portal de la Transparencia del Gobierno y ví
dentro de él el alma de Rajoy. Me dió repelús encontrarme con esa
visión, pero después pensé que la cosa tiene sentido porque este nuevo
engendro administrativo es producto del alma de quien lleva más de tres
años gobernando a base de mentiras completas, medias verdades, frases
sin acabar y la lectura minuciosa del Marca como todo soporte
intelectual. El Portal de la Transparencia es un invento que se ha
sacado de la manga uno de los gobiernos más corruptos de nuestra
historia para hacernos creer, a un año escaso de las elecciones
autonómicas, que este es un país parecido a Noruega o Suecia donde un
ministro dimite por no recoger la caca de su perro en una acera o por
copiar en los exámenes. Para que no se vea la mierda que tienen entre
las uñas este gobierno, este PP y algunos otros que le rondan Rajoy, su
vicepresidenta la menina y otros asesores aúlicos han ideado esta
manicura populista (cuidado con los populismo, le dicen a Pablo Iglesias
todos estos) que traza de embellecer las zarpas de una Administración
que bendice sueldos de menos de 600 euros y ha dejado en el paro a
millones de personas.
El portal de transparencia es un producto más del alma cínica del
Rajoy, como lo es sacarse ahora de la manga un cheque bebé (tildado de
despilfarro cuando lo hacía ZP) o unas ayudas a los parados de larga
duración que fueron rechazas cuando hace unos meses las solicitaron los
partidos de la oposición. El portalón de Rajoy es otra añagaza más con
que se trata de crear el espejismo de una democracia perfecta. Trampa.
¿De qué me vale a mi saber que el presidente de la SEPI (antiguo INI)
gana más de 200.000 euros al año? Lo han hecho público ¿y qué? ¿Vamos a
poder conseguir los que ese sueldo sea rebajado a la mitad o a la cuarta
parte? No. En la proclamación del rey Felipe VI se gastaron 66.000
euros en canapés que, entre otros, sirvieron para agasajar a Mariló
Montero y el caradura del tan jaleado Nicolasete, el espía de Montaplex
(referencia viejuna para la los de mi generación). ¿Van a devolvernos el
dinero? ¿Nos mandarán las sobras a casa para la cena de Nochebuena?
Tampoco.
El portal de la transparencia es en realidad la cueva de Ali Babá
presentada como el portal de Belén. Los ladrones se disfrazarán de
pastorcillos melancólicos y humildes mientras que Cospedal y Montoro,
los ángeles exterminadores, pasarán unos meses hacièndo de arcángeles
que anuncian la buena nueva, y los presidentes del Santander, el BBVA y
Bankia harán de reyes magos que agradecerán las atenciones recibidas en
estos años llevando sus presentes al Portal.
El portal de la transparencia es un añadido más a la tragicomedia
española cuando están a punto de liquidar al juez Ruz, el que tienes las
llaves de ese otro portal que tratan de fregar a toda prisa la
Cospedal y los suyos para nunca sepamos que se hizo en el PP con los
sueldos cobrados en negro o la caja “B” que sufragó las obras de su sede
de Madrid y algunas otras. Cuando me enseñen quien vivía en ese
portal, quien era el presidente de la comunidad de vecinos y el portero
del inmueble, creeré entonces que hay alguna esperanza para la
transparencia real, la que pedimos los de esta parte de la calle, los del
portal de enfrente.
Artículos de Saldo DdA, XI/2868
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