Ana Cuevas
Paralelamente
a las luchas sociales, económicas o geográficas en las que estamos
envueltos, existe otro frente abierto y descuidado que puede significar
la derrota definitiva de toda la especie. La intervención humana en el
aceleramiento del cambio climático es un hecho innegable por más que el
primo de Rajoy se empeñe en lo contrario. España es líder en
contaminación por ozono troposférico en Europa. Otro récord macabro,
como en desempleo o pobreza infantil, que evidencia una política que
antepone los intereses de los lobys financieros y energéticos a la salud
de la gente.
Los ecologistas que se encaramaron a la torre de la
central nuclear de Cofrentes o los que fueron embestidos por una lancha
de la Armada en aguas canarias cumplían con un deber constitucional.
Según establece el art. 45 todos tenemos derecho a un medio ambiente
sano y el deber de conservarlo. Los activistas de Greenpeace , tratados
como delincuentes y acusados de eco-terroristas, hicieron una gesta
patriótica. Trepando a la cima de una central nuclear se pone al
descubierto la vulnerabilidad de unas instalaciones que nos venden como
extremadamente seguras.
Con sus acciones meten el dedo en la llaga sobre
las agresiones y el peligroso deterioro que nuestro habitat sufre a
manos de multinacionales y políticos sin escrúpulos. Para estos, el
activismo medioambiental se ha convertido en el mayor enemigo de sus
intereses. El denominado por el periodista Will Potter como Miedo Verde, que vendría a sustituir al miedo rojo de
la guerra fría. El ecologismo cuestiona los métodos de producción
tradicionales, el consumismo, defiende las energías alternativas frente a
las poderosas industrias petroleras y nucleares. Se opone heroicamente a
un sistema antropófago que devora las posibilidades de subsistencia
futura de la especie por un puñado de petrodólares.
Esto
justifica que se haya abierto la veda del ecologista. Multas
millonarias, juicios con peticiones de cárcel, vigilancias policiales...
la parafernalia del poder ha desplegado todo su aparato represor.
Criminalizan el ecologismo los mismos que agujerean nuestras costas en
busca de petróleo o prorrogan la vida de centrales nucleares obsoletas.
Yo creo que queda claro quienes son aquí los piratas y los terroristas.
Los sociópatas que comprometen nuestra supervivencia por dinero. ¡Que
no nos vengan con cuentos!
DdA, XI/2865
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