Salomé Ramírez leyendo
un manifiesto de la Coordinadora 25S junto a Germán Cano, en la plaza de
Neptuno durante el Rodea el Congreso del 29 de septiembre de 2012 / Juan Martín Zarza
Salomé nos ha dejado un 23 de diciembre. Con ella compartimos trozos de un mundo que está por venir. A Salomé la hemos conocido en tiempos de lucha, esperanza y
comunidad. Recordad que hace menos de cuatro años, en la Puerta del Sol,
ocurrieron cosas que muchas llevábamos tiempo deseando, y Salo estaba
entre nosotras. Luego lo llamamos 15M. Ella formaba parte de la comisión de Análisis Sol
que se formó en la acampada, gentes de bien que ponían su experiencia y
sus saberes sobre la mesa a disposición de todas, para ayudarnos a leer
el mundo y a hacerlo mejor, más justo, más democrático, más común. Era el enlace con la comisión de Difusión en Red, así tuvimos la suerte de conocerla.
Con ella hemos pasado días frenéticos de acción colectiva: noches de
curro, madrugones para lanzar campañas en redes, coberturas de
manifestaciones, alertas de palos de la policía... Mientras
improvisábamos centros de medios en oficinas de prestado o en parques y
plazas, Salo y su grupo nos daban las pistas, los ejes para enfocar la
comunicación. Estaban atentas y nos indicaban dónde atacar, dónde
conseguir ese plus de valor en la comunicación política gracias a sus
análisis de los discursos mediáticos y populares que estábamos poniendo
en juego. Ellas encontraban claves y nos las regalaban a todas las que
estábamos alrededor.
Pasó todo un año de intensa vida y activismo en el que seguimos
caminando junto a Análisis Sol y llegó el verano de 2012. Alguien había
lanzado una campaña para "ocupar el Congreso", y había que trabajar para
afinar el mensaje, hacerlo de todas. Impugnar el Régimen del 78 de una
manera inclusiva. Nuestros caminos volvieron a juntarse en la Coordinadora 25S.
La sonrisa de Salomé, su inteligencia, su dulzura, su fuerza y sus
ganas de luchar contribuyeron en gran medida aquellos días a seguir
dando la batalla a ese 1% que acumula el poder. Un combate que libramos
desde el ámbito que tanto a ella como a nosotras se nos daba mejor: la
comunicación, siempre a pie de calle. Recordamos nítidamente a Salo, y a
su compañero Germán, domingo tras domingo en las asambleas del Retiro o
ya en Neptuno, megáfono en mano, hablando a la multitud que le gritaba al Congreso que "no nos representan". Siempre decididas, siempre poniendo el cuerpo para el cambio social.
No solo a dar batalla, Salomé contribuyó y contribuye a sostener esa comunidad que seguimos tejiendo en redes y plazas.
Los mejores logros de Salomé han tenido que ver con todo lo que
sostiene nuestras vidas, con un delicioso y atento trabajo de cuidados.
La hemos conocido en momentos épicos y también en el día a día, bajando a
abrir el local de Cruce
cada vez que hemos necesitado un lugar donde reunirnos, editando
interminables actas de asambleas, parándose a tomar algo cuando paseaba
con sus perras Nico y Lotta por Lavapiés y en muchas otras
circunstancias, siempre atenta y amable.
Estamos convencidas de que sin personas como Salomé nuestro mundo sería hoy un poco peor.
El pensamiento de que las cosas se pueden hacer de otra manera no es
sino el mejor legado de gente que, como Salo, ha dado toda su energía
para ello. Y lo ha hecho sin querer nada a cambio, lejos de cualquier
foco, de cualquier ego, desde la más profunda sensatez de quien sabe
leer el mundo en el que vivimos y las relaciones de interdependencia que
nos atraviesan. Lo último que nos dijo, ya ingresada en el hospital,
tenía que ver con su intención de construir movimiento municipalista en
Madrid. En ningún momento se le pasó por la cabeza dejar de trabajar por
todas.
Salomé nos ha dejado un montón de saberes irreversibles. Saberes que,
de alguna manera, nos van a seguir empujando hacia aquello que
queríamos construir allá por 2011, cuando nos encontramos. Nos conocimos
luchando contra lo injusto; y estos días hemos vuelto a unirnos, a
sabiendas de que su fallecimiento era tan injusto como irremediable. Y
hemos peleado como nos enseñó, como ella sabía: con serenidad y
decisión. Y nos sentimos orgullosas de haberlo hecho a su lado también esta última vez.
Nada nos va a empujar más a seguir luchando juntas como la sensación
certera de que Salo va a estar siempre con nosotras. Ella y todo lo que
nos ha enseñado.
Desde cada nodo, desde cada plaza, gracias por todo, Salomé.
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