Ana Cuevas
En realidad no ha
sido un arcángel el que ha mirado a los ojos a Mariano y a los del galán
trasvasista del PSOE, Pedro Sánchez. Ha sido algo menos poético, tan prosaico
como una estadística de intención de voto. Y aunque ambos partidos (que
comparten bicefalitis aguda y alguna otra encefalopatía incapacitante)
sacan pecho diciendo a quien quiera oírles que una cosa es la intención y otra
es el voto... se les muda la color y sienten flojear las piernas a la salida de
cada nuevo dato que evidencia la desafección que han cosechado entre la
ciudadanía. Lo que no se puede negar es que se lo han currado. Han sido décadas
de traicionar ideales, presumibles o presuntos, para hacer de la política un
billete hacia su viaje a la riqueza. En primera claro, como corresponde a
cualquier gangster que se precie.
Con la estafa inmobiliaria, las comisiones a mamporrillo, las
adjudicaciones a dedo y otras cochambres, la política se transformó en un imán
irresistible para individuos amorales y sociópatas en general. El problema es
que la escoria se fue filtrando, sin demasiadas cortapisas, hasta la misma
cúpula de los principales partidos y el sistema, empezó a desprender un
poderoso olor a mierda. La percepción, y el ofendido olfato ciudadano, es lo
que ha generado un fenómeno catalogado por algunos de ciclogénico-explosivo
como PODEMOS.
El arcángel que perturba el reparador sueño de Mariano y compañía no
posee la morfología de ningún tipo lenguaraz y con coleta. En su fuero interno
saben que, detrás de PODEMOS y ese cambio que ya se huele en el ambiente, está
un pueblo humillado que planta cara digna y democráticamente a los profanadores
de la pluralidad, la libertad y la justicia. Desde que murió el chaparro
(que Satán guarde en su gloria), hemos estado soportando la caidita de Roma (nos han estado jodiendo hablando en román paladino) y dejando que nuestras
instituciones, que el gobierno de nuestras vidas, cayeran en manos de
depravadas sanguijuelas. En el pecado llevamos la penitencia. Pero ahora les
toca a otros expiar sus "cositas". Ahora son ellos, los anti-personas
garantes del sistema, su sistema, los que se van a dar un guarrazo como
corresponde a una caidita de altura. Y que den gracias a sus dioses de la buena
gente que somos los españoles.
Vamos a echarlos de cabecica al pilón, sí, pero
civilizadamente. Bastará con que la intención tome cuerpo y se encarne en las
urnas. ¿Quién sabe? Somos un pueblo hecho a los milagros. La mera supervivencia
de muchas familias se ha convertido por su culpa en un milagro cotidiano. Si
nos lo proponemos PODEMOS obrar prodigios. ¿Hacemos apuestas?
DdA, XI/2837
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