jueves, 2 de octubre de 2014

LOS BICHOS Y EL ECOSISTEMA

Jaime Poncela

Acaban de abrir en Holanda un zoológico de microbios. El recorrido por este recinto en el que se congrega lo más selecto de la porquería más útil de la Naturaleza, permite comprobar que lo más importante de las cosas que ocurren en el planeta no lo protagonizan las ballenas o los elefantes, sino unos microorganismos con misiones tan variadas e importantes como ser capaces de fermentar el queso, producir antibióticos, biocarburantes o hacer que se pudran los cadáveres. Solo en nuestra boca viven unos 700 microbios, para que se hagan una idea. Los promotores de este zoológico para microorganismos quieren que se sepa que la Tierra sigue funcionando gracias al trabajo callado y desagradable pero imprescindible de estas criaturas que no se ven pero se sienten. El sistema sigue adelante gracias a que los bichos hacen el trabajo sucio y ya nos han advertido que el día que dejen de estar ahí habremos perdido un elemento fundamental de nuestro ecosistema. No hay más que ver en qué se han basado las carreras de gentes como Arias Cañete, Mas y Pujol, Carlos Fabra, Matas, Urdangarín, Felipe González o Aznar, entre otros. El tiempo y otros acontecimientos nos ha permitido comprobar que la mayor parte de su trayectoria de apariencia inmaculada se ha sustentado gracias a la labor de zapa de microorganismos casi invisibles que han sido capaces de generar en sus subsuelos y entornos un nivel de podredumbre suficientemente controlado como para mantener un ecosistema muy equilibrado en el que los fondos reservados, las subvenciones auto concedidas, el dinero negro, el intercambio de favores, los chanchullos, las puertas giratorias y los tratos de favor han consolidado unas carreras sospechosamente eternas en lo político y obscenamente pingües en lo financiero. Todos ellos son millonarios y aforados a un tiempo porque han cultivado durante décadas unas activas colonias de microorganismos capaces de metabolizar en billetes de 500 euros cualquier cargo público. A veces se levanta un ligero olor a podrido en el ambiente cuando un juez o alguna instancia superior meten el palo bajo la alfombra, pero el ecosistema nunca se altera. En Holanda estos bichos pueden verse en un zoo. En España se dedican a la política.


Artículos de Saldo DdA, XI/2803

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