Estoy viendo una foto de Francisco Nicolás: tiene aspecto de niño
relamido, con cara de no haber ido nunca a una manifestación, como le
gustan a Cifuentes. Además, parece que le acompañaba la elocuencia
barata de los charlatanes. No hubiera necesitado esa elocuencia de haber
nacido en el Viso, pero es cualidad imprescindible para los que han
nacido en Prosperidad y desean hacer honor al nombre de su barrio. No
era buen estudiante –eso le invalidaba para presentarse a las elecciones
por Podemos- así que se matriculó en el CUNEF, gracias a un enchufe del
actual secretario de Estado de Comercio -que fue profesor de este
Centro privado de Estudios Financieros-, y orientó su carrera política
en un ppartido acorde con sus aspiraciones. Acertó en la elección,
incluso compartía modales con algunos de sus dirigentes, como la
costumbre de saltarse las señales de tráfico –para eso se había hecho
con una sirena de la policía- Ya sabemos, por el ejemplo de Esperanza
Aguirre, que la falta de respeto a las normas municipales es rasgo
propio de quienes descienden de buena estirpe. Todo empezó como un juego
cuando tenía solo 15 años. Entonces le organizó a Aznar una conferencia
en la FAES y llenó la sala hasta rebosar de “chicos de buenos
colegios”. Sentado a la vera del Presidente, según aparece en la foto,
pergeñaría su “florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”. ¿Por
qué no iba a llegar él mismo a Presidente? Y podía haberlo conseguido.
Ni siquiera tuvo que utilizar el photoshop para
aparecer al lado de políticos como Botella, Rato, Cañete, Aguirre,
Oreja…y de empresarios como Arturo Fernández o intelectuales como Vargas
Llosa. Hasta fue invitado de Felipe VI –cuentan que Antonio López ha
recibido la orden de eliminarlo del cuadro de la familia real, pero eso
no está confirmado-. Tampoco tuvo que desnaturalizarse ni fingir,
porque su amor a los coches, a las discotecas, al marisco, a los vinos
de reserva y al dinero fácil, en ese ambiente, son la mejor tarjeta de
visita. ¿Había leído “El Buscón”, con cuyo protagonista guarda tantas
similitudes? Habría leído en la E.S.O algún fragmento del principio de
la obra de Quevedo, aquel en que su padre adoctrina al futuro pícaro: “Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica, sino liberal (…) quien no hurta en el mundo no vive”.
Para saber que en la política hay que arrimarse a los poderosos y que
es fácil pasar por uno de ellos porque no tienen ni honra ni cultura ni
mérito ninguno tampoco necesitaba leer mucho más; a un joven tan
despierto le basta con ver el telediaro. Pero Francisco Nicolás corría
demasiado, ya se sabe cómo son las nuevas generaciones al volante. Más
le hubiera valido continuar cultivando la amistad de esos personajes de
novela picaresca con los que ya se codeaba y, una vez terminados sus
estudios “financiaros”, con su don de gentes, hubiera sido designado
asesor de cualquier ministerio, y con su tren de vida pronto le hubieran
elegido directivo de una Caja de Ahorros donde él mismo se hubiera
regalado una tarjeta para gastar a discreción. ¿Que a lo mejor un día se
habría sentado en el banquillo? Es poco probable, y en ese caso, ya
tendría en Suiza el dinero suficiente para pagarse buenos abogados que
demostrarían que había actuado legalmente y que, en cualquier caso, sus
delitos ya habían prescrito. Ahora, en cambio, su rescate parece
imposible. Tendrán que buscar otro candidato. Una pena.
El Roto
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