Ángel Falcón
La
nueva Guía Rato de la gastronomía asturiana revela las inquietudes
gastronómicas y etílicas del antaño poderoso vicepresidente económico
del PP. La revelación de los gastos de la tarjeta B que investiga el
juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ha sacado a la luz los
gustos nada baratos del ex director del FMI amortizados con el dinero de
los demás. La huella de la tarjeta, que Rato quemó a un ritmo
insaciable durante varios años, pesa más que las de los dinosaurios de
la playa de La Griega. Pueden comprobarlo ustedes mismos.
La ruta
gastronómica empieza el domingo 7 de marzo de 2010. Ese día el
expresidente de Bankia elige Casa Marcial, el restaurante más laureado
de la cocina asturiana. Se gasta 134 euros. Pero en un gesto
transversal, también emplea 28 euros en Casa Yoli, en Deva, un merendero
afamado por sus tortillas de patatas, en el que quizá se pudo mezclar
con el pueblo llano.
Dos meses y medio después regresa a
Asturias. El 26 de junio acude a La Pondala, el emblemático restaurante
de Somió. Deja una factura de 232 euros que costea su tarjeta B. Al día
siguiente, como contrapunto, apuesta por El Chabolu, el merendero de
tapas de Deva. Allí se gasta con el dinero ajeno 49 euros. Y también
acude al lujoso Palacio de Luces. La factura es mucho más alta: 181
euros. Al día siguiente pasa otro gasto de 221 euros a La Ermita de
Deva, el hotel rural en el que presumiblemente pasó el fin de semana.
La Guía Rato deja claro el aprecio del personaje por las tierras
asturianas, además del ya conocido gusto por las tarjetas opacas.
Regresa en agosto, en su tradicional periplo veraniego por el
Principado. Aunque hay que destacar que en julio se come una buena
fabada en La Máquina de La Moraleja, quizá en un rapto de nostalgia
asturiana. Fue el 30 de julio y el lector puede imaginar los sudores en
la frente del economista mientras se engullía el compango. Abona (es un
decir) 200 euros.
Una comida en La Zamorana se saldó con una factura de 591 euros
El 16 de agosto ya está de vuelta en Asturias en su tour gastronómico.
En el bar Casa Kilo, en Villaviciosa se gasta 120 euros. Al día
siguiente entra en la carnicería Somió y emplea 30 euros. El 18 de
agosto acude al restaurante San Bernardo, en Gijón, y se gasta 56 euros.
Ese mismo día paga los gastos del alquiler de un coche (403 euros) y
acude a Coalla para comprar algún producto gourmet. El 19 de agosto para
en la estación de gasolina de El Infanzón y se costea con la tarjeta B
el llenado del depósito: son 109 euros del ala. El día 20 acude a Viajes
El Corte Inglés y paga 82 euros y el 21 de agosto sacia su hambre en
Casa Covián: 101 euros de factura.
Unos meses más tarde regresa
al Principado, en ese entorno tan querido por Rato cuyo epicentro está
en Gijón (en concreto Somió) y que se extiende hasta Villaviciosa. El 28
de noviembre se da un homenaje en el restaurante La Zamorana y se marca
un buen récord: son en total 591 euros. Antes, en otro gesto de
nostalgia, había comido en dos restaurantes asturianos asentados en
Madrid: el Paraguas (95 euros) y Ten Con Ten (134 euros).
Estamos
ya en 2011. Rato no falla a su cita veraniega y gastronómica por la
cara. El 13 de agosto de 2011 acude a La Pondala de nuevo y la factura
asciende a 240 euros. Dos días más tarde apunta 110 euros en Somió Park y
el 16 de agosto emplea 133 euros en Casa Ataúlfo. Al día siguiente, 68
euros en La Bolera. El día 26 está de vuelta. En La Placina de Somió se
gasta 63 euros y otros 26 en el Mesón El Estanco, también en Somió.
Por lo demás, el sendero trazado por la tarjeta B de Rato deja a las
claras sus gustos clásicos. Frecuenta restaurantes madrileños como Casa
Lucio, La Trainera, José Luis y su tortilla mágica, el Embassy, Casa
Hevia (en la calle Serrano), el marisco de Casa Rafa, el cocidito
madrileño de Lhardy. También husmea en la nueva cocina de Diverxo y en
el Kabuki del Wellington. Además con la tarjeta se gasta un pastón en
Louis Vuitton, en Barbour y Loewe. Para eso están las tarjetas.
Asturias 24 DdA, XI/2812
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