Elisa Beni
Implacables. Rápidos. Expeditivos. Así se están
queriendo mostrar los partidos parlamentarios que han visto a algunos de
sus miembros implicados en el escándalo de las tarjetas opacas de Caja
Madrid. Algunos hasta llegar a ser acusados de vulnerar las mínimas
garantías por no individualizar las conductas ni admitir casi defensa.
Está bien. Preferimos que se pasen por exceso que por defecto.
Barriendo con escoba de cerda dura. Sin esperar al lento proceso
judicial. Asumiendo que existe una suerte de ignominia que es
insoportable para el ciudadano y para el sistema y que nada tiene que
ver con si las conductas son finalmente delito o no. Es para estar
contentos. A nadie se le ha ocurrido distraernos diciendo que hay que
esperar a ver que dice la Justicia y que si la presunción de blablabla.
Perfecto. Ya nos dirán si un comportamiento vergonzoso e inasumible es
además delictivo pero mientras... puerta.
Claro que
esta diligencia exhibida ahora nos lleva a plantearnos muchas preguntas.
¿No es igualmente inaceptable que la actual ministra de Sanidad viajara
y diera fiestas a costa de una trama corrupta? Oiga, sea o no sea
delito, haya o no prescrito, ¿no es una guarrada? ¿Y que el presidente
del Gobierno diera ánimos a un tipo al que nombró y al que debía
supervisar y que ahora está encarcelado? ¿que mintiera en el Parlamento
diciendo que no existía una caja B en su partido que ahora el juez da
por cierta y con la que se pagó hasta una reforma? Sea o no sea delito,
llegue o no llegue la Justicia hasta ese escalón ¿no es algo éticamente
insoportable? ¿No lo es que la hija del jefe del Estado decorara su casa
y diera clases de baile a cargo de fondos públicos, algunos procedentes
de instituciones supuestamente dedicadas a discapacitados? Sea o no sea
responsable penal, la libren o no la libren ¿no es moralmente
repugnante? Haya delito o no lo haya ¿no es asqueroso que los fondos
destinados a la formación de los parados fueran desviados o utilizados
de forma nepotista? No sigo con la lista. Todos vivimos en este país. Un
país que discute cuando deben de abandonar las listas y los cargos los
políticos implicados en procedimientos judiciales...Cuándo, en qué
momento del procedimiento... como si sus comportamiento, en la mayor
parte de los casos, no produjera un gran vómito social, sean o no sean
delito. Consigamos probarlos o no.
La gran diligencia en el escándalo in black. Pero black is black,
queridos políticos, y la cara negra nos la han mostrado en demasiadas
otras cuestiones. Pero el temor al pueblo se acrecienta. Es la reacción
de la gente ante una casta desnuda la que temen. Nunca hemos podido
asomar la nariz a la intimidad de la casta. No era evidente cómo han
vivido y viven. No mientras nos decían que teníamos que empobrecernos.
No mientras bajaban nuestros salarios. Ahora avanzan desnudos ante una
opinión pública que fue acuchillada por haberse comprado un plasma o
pagado un "todo incluido" al Caribe en vuelo low cost.
Vemos sus puros, sus vinos, sus viajes, sus cenas, sus joyas, sus
bolsos. Vemos sus juergas, sus vidas licenciosas y nocturnas, sus gastos
black para la parienta. Y vemos que lo hacían con una codicia y un
dispendio que nos dan asco y que además hemos tenido que pagar nosotros.
Esa misma náusea nos da todo lo demás. Incluso una arcada más porque en
muchos casos es la propia esencia de los partidos y su financiación la
que está implicada y porque ese dinero en sobresueldos y mamandurrias
también salía de nuestros bolsillos. Sea o no sea delito, señores de la
partitocracia. Hasta que no entiendan esto no entenderán el profundo
hartazgo que nos abate a todos. Sea o no sea delito. Y si lo es, que
además de borrarlos de la faz de la vida pública acaben con sus huesos
en la cárcel, pero no se ahorren la limpieza o serán barridos todos.
Eldiario.es DdA, XI/2815
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