Ana Cuevas
La
factoría Inquinosa estuvo durante dos décadas vertiendo residuos
tóxicos a tontas y a locas en el río Gállego de Aragón. Nadie le puso
puertas al campo de exterminio que la industria de pesticidas fue
cimentando en estas tierras nobles que todo se lo tragan sin apenas
rechistar. Hasta el lindano, el principal veneno que Inquinosa nos legó
para que las futuras generaciones que pueblan la comarca tuvieran un
recuerdo indeleble en su adn de su paso por aquí. Es verdad que los
ecologistas pusimos el grito en el cielo y avisamos, aves de mal agüero
como somos, de la catástrofe medioambiental y humana que se avecinaba.
Pero, una vez más, se nos tildó de anti-patriotas y de estar en contra
del progreso.
La cuestión es que la empresa se fue de rositas, con una
sanción ridícula en proporción al delito (que además nunca se pagó), y
se llevó sus puestos de trabajo y su ponzoña a Rumanía. Un
lugar aún menos tiquismiquis que el plácido reino de Aragón. Haberlos
haylos. Ahora, al menos seis poblaciones de la cuenca del Gállego,
padecen niveles de lindano tan altos que sus aguas no son aptas para el
consumo, ni siquiera para ducharse.
Desde
1975, hasta que cerró en 1994, Inquinosa se deshizo de millones de
toneladas de residuos químicos de sus pesticidas en vertederos ilegales
de la zona. Residuos que se filtraron por el subsuelo y contaminaron la
tierra y los acuíferos. La huerta, los animales y las personas
incorporaron involuntariamente el lindano a su organismo. Un pesticida
organoclorado prohibido hace muchos años en la UE por su toxicidad y
peligro para los humanos y el medio ambiente.
Pero no debemos
temer nada. El consejero de sanidad, Ricardo Oliván, ha sentenciado que
los niveles son tan bajos que un traguito del río Gallego no va a
matar a nadie. ¡Hombre! Un trago puede que no. Pero la gente que
entiende de cuestiones sanitarias, no como el bueno de Oliván, aseveran
que si entra en pequeñas dosis en el organismo durante periodos
prolongados (como ha estado ocurriendo en los pueblos afectados) las
consecuencias son nefastas para la salud. Puede desencadenar problemas
hepáticos, renales, hormonales, ginecológicos, sanguíneos y afecciones
en el sistema nervioso. ¡Casi nada consejero!.
Si Oliván
fuera un tipo con recursos, que no lo es, supliría su ignorancia
homicida por un órdago al más puro estilo Fraga Iribarne. Algo como
zambullirse a diario en un jacuzzi lleno de agua del Gállego y cambiar
el moet chandon por el contaminado líquido elemento. Una larga
temporada. Pongamos por un par de décadas. A ver qué pasa. Con un poco
de suerte, el lindano hace el milagro y don Ricardo muta en algo
provechoso. Cosas veredes...
DdA, XI/2803
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