Félix Población
Me temo que el estallido de caso
Pujol en los meses previos a la consulta soberanista
que el gobierno de la Generalitat piensa hacer y el gobierno central deshacer
el 9 noviembre, no denota que la corrupción política sea un cáncer a extirpar
en España -como sería deseable-, sino que se la emplea para combatir al
adversario ideológico. Quizá por eso llevamos años, lustros y hasta decenios
llenando periódicos con esa lacra sin que quienes la practican entren en las
cárceles o devuelvan lo que roban.
Tampoco parece que el fenómeno incida mucho
en el voto ciudadano, salvo en ese cada vez mayor sector de la población que se
siente entre abatido, harto e indignado y empieza a sentirse seducido por aquellos
movimientos sociales nacientes que pretenden combatir la política de las
puertas giratorias, la financiación ilegal de los partidos y otras mamandurrias
indecentes como las que ahora se han descubierto en la familia personal y
puede que política del ex molt honorable.
De todo lo que hemos tenido la
oportunidad de ver los ciudadanos acerca de este caso, me han llamado la
atención unas imágenes de Marta Ferrusola, la esposa de Pujol, mujer elegante y
creyente, que como madre glosaba con orgullo que una de las particularidades de
alguno de sus modélicos hijos era aburrirse antes que jugar con niños castellanos. Las
otras imágenes corresponden a los días en curso, cuando Ferrusola mandó a la
mierda en catalán a un periodista y días después pidió disculpas a sus colegas
en castellano.
Me preguntó qué ha movido a doña
Marta a disculparse, si su educación católica, su dignidad y estatus ofendidos por ella misma
al comportarse de modo tan barriobajero o acaso ese plus de altanería que tanto
abunda entre los nacionalistas -sean de la nación que sean- y les impulsa a actuar siempre con un complejo de superioridad, en
esta ocasión para resaltar la buena educación que comporta ser una mujer
catalana de su rango. Pena y asco que la familia a la que pertenece sea hoy el núcleo de
uno de los más sonados casos de corrupción política que se han dado en España.
Hace unos meses se estrenó en el
teatro María Guerrero de Madrid el espectáculo teatral de Andrés Lima Los Mácbez,
una versión esperpéntica y libre de la obra de Shakespeare que Lima situó en Galicia y en la
que la ambición y la corrupción políticas se trasladan imaginariamente al
gobierno de aquella comunidad autónoma. Supongo que mi admirado Andrés estará
ahora más satisfecho que antes de ese montaje, pues su creación bien podría
trasladarse al escenario catalán con los mismos condimentos. Por no faltar, además de
amantes despechadas y bolsas de basuras llenas de dinero, no le falta al
esperpento de los Pujol esa bruja Adelina que le pasaba al expresidente un
huevo de gallina por el cuerpo para curarle de supuestos males. Que al cabo le saliera
negro era lo propio en quien tan oscuro y denigrado va a quedar en la historia del país que gobernó durante 23 años.
DdA, XI/2787
1 comentario:
Los clásicos están vivos en España.
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