Antonio Cañizares, nuevo arzobispo de Valencia
en sustitución de Carlos Osoro, que a su vez releverá a Rouco Valera
como prelado de Madrid, es conocido como uno de los miembros más conservadores del episcopado español. En 2009, llegó a afirmar
que "no es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos
colegios, con los millones de vidas destruidas por el aborto" para justificar los abusos a menores en el seno de la Iglesia católica. Cañizares, arzobispo de Toledo de 2002 de 2008, eligió portar una 'capa magna' en la ordenación de dos sacerdotes en 2007, una prenda que el papa Pablo VI desaconsejó en 1969. La prenda, de más de cinco metros de longitud, requiere de un ayudante que sostenga su tramo final (más imágenes) y ha provocado numerosos comentarios en tono de mofa en Twitter.
Antes
de ser elegido arzobispo de Valencia por el papa Francisco, Cañizares
ocupaba desde 2008 la prefectura de la Congregación Vaticana para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, la división de la Curia
Romana encargada de la mayoría de los asuntos relacionados con la Liturgia de la Iglesia Católica y el ritual de los Sacramentos. La imagen de Cañizares con la capa magna, que los usuarios de redes sociales han recuperado con motivo de su nombramiento, contratasta con la reforma que quiere imponer Jorge Bergoglio en la Iglesia católica, que pretende acercarla a los pobres, recuperar la humildad de las instituciones eclesiásticas y hacerlas más empáticas con las necesidades del pueblo.Este Lazarillo recupera para la ocasión el artículo publicado en este mismo DdA el 30 de agosto de 2007 con ocasión de la ordenación sacerdotal aludida, coincidente entonces con la pretensión del ríspido Rouco de cerrar la parroquia de San Carlos Borromeo en el barrio madrileño de Entrevías:
Félix Población
Leo
que el cardenal primado de España presidió el pasado mes de julio una
ceremonia religiosa en las inmediaciones de Florencia con el ostentoso
atavío de la capa magna, propio de las nada ejemplares calendas de los
Borgia o cualesquiera otras del vetusto pasado, como si con tal proceder
su objetivo fuera reafirmar las tentaciones retrospectivas del actual
pontífice y la alta curia vaticana.
La imagen que ilustra este
comentario podría pertenecer al más rancio y oscuro tiempo en que la
católica iglesia, además de inspirar temor con las penas del infierno,
cifraba su poder de sugestión sobre la feligresía en los alardes del
boato y la magnificencia. Sucedió sin embargo en la dulce Toscana de
nuestros días, con motivo de la ordenación de curas celebrada en el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote,
ubicado en la localidad de Gricigliani y fundado por el cardenal Siri. A
este prelado, candidato a suceder en su día al Papa Juan XXIII, se le
atribuye una frase, alusiva al concilio Vaticano II, que define la
orientación de la institución citada: Hará falta más de veinticinco años para restaurar el mal que ha hecho a la Iglesia Juan XXIII.
El
primado Cañizares, puesto que Benedicto XVI así lo ha permitido como
alternativa opcional últimamente, presidió la ceremonia ateniéndose a la
liturgia del ritual tridentino, para la que además tiene licencia
-según he podido leer- el citado instituto como testimonio de fidelidad a
la llamada misa de Pío V. Dice don Javier Morán, articulista del diario
La Nueva España,
que la sobredicha capa magna perdió vigencia desde que el Papa Pío XII
optó por recortar los excesos en el atuendo del colegio cardenalicio.
Fue Pablo VI quien mediante la Instrucción sobre vestido, títulos y escudos de amas de cardenales, obispos y prelados decidió en 1969 que tal prenda, siempre sin armiño, no será obligatoria, y sólo puede utilizarse fuera de Roma en circunstancias especialmente solemnes.
El
señor Morán, que fue quien me descubrió esta noticia con su artículo,
establece al final del mismo un gracioso símil cuando trata de imaginar
la razón por la cual la capa magna, con sus cinco metros de longitud,
fue proscrita en Roma: La cola de una capa se denomina
«train» en inglés, de modo que en un acto con varios cardenales se
formaba un convoy interminable. Si un tren de Alta Velocidad necesita un
andén de 400 metros de longitud para desenvolverse, el colegio
cardenalicio requeriría un corredor de no menos de 500 metros para
procesionar.
Claro que esa distancia no es nada si
se compara con la creciente lejanía que media entre la imagen que
representa ataviado de esa guisa el arzobispo de Toledo y primado de
España y este reconocido mensaje del apostol Mateo:
Entonces
el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad
el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
extranjero y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis;enfermo y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí».
Eso ocurre en la parroquia de san Carlos Borromeo
del barrio de Entrevías, en Madrid, que la jerarquía eclesiástica
pretende cerrar y donde los curas no gastan capa magna sino atuendo de
calle para prestar su ministerio al pie de la letra evangélica.
DdA, XI/2.777
1 comentario:
Qué pensara papa Francisco de san Carlos Borromeo? No hay periodista capaz de preguntar esas cosas?
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