Sabedor de su avanzada edad, que no le exluye de mantener su habitual y gran lucidez, y del abatimiento que le produjo la muerte de su compañera Franca Rame, esperaba la entrevista con Dario Fo desde que supe que se había publicado una novela suya (Lucrecia Borgia. La hija del Papa) que todavía no he leído pero que no tardaré en leer por lo atrayente de su historia. "El juglar de
tradición medieval canta y pinta ahora, a sus 88 años, las virtudes de
una dama mancillada desde el Renacimiento: Lucrecia Borgia", leo en la entradilla de la excelente interviú firmada por Winston Manrique Sabogal en el diario El País.
"Cinco siglos
después de aquella época, Dario Fo (Sangiano, 1926) desenreda el
entuerto de la infamia alrededor de la hija del papa Alejandro VI y
asegura que casi todo ha sido mentira, que ella fue víctima de la
corrupción y la ambición de su familia que la usó como una mujer-objeto.
Que era casi todo lo contrario de lo que las lenguas viperinas han
dicho hasta hoy". El titular de la entrevista da idea del calado de la misma: "No hay conciencia social para sacar adelante el mundo". Dice Fo a lo largo de la conversación con el periodista: "¿Quién inventó la forma de destruir la economía de los españoles, de los
griegos? Los bancos son despiadados, el poder económico internacional,
las estafas de los bancos. En realidad, no se sabe quién es el
responsable. Se dice: “Es el dinero”. Como ha dicho el Papa, “esta sed
de tener, de acumular, de aplastar a los otros, de someter”. También
están los cánones de siempre: la corrupción, el hecho de que haya una
clase dominante que no paga los impuestos y, sin embargo, los pobres
diablos sí tienen que pagar. Pero, sobre todo, existe el interés de
llevar a toda la gente a la ignorancia. Intentan llevar el nivel
cultural al mínimo porque así es más fácil dominar. Porque la cultura es
algo verdadero, la cultura aparta la violencia, la margina, margina la
especulación, hace razonar al hombre, le da una moral, le da una
conciencia cívica. Pero ahora lo único que parece urgente es ir tirando
para vivir". Ir tirando para vivir es tirar buena parte de nuestra vida, estimo, porque la potencialidad de vivirla queda reducida a esa pobre conformidad.
DdA, XI/2791
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