Por alguna razón que mi entendimiento no alcanza, se ha puesto en marcha una
iniciativa católica denominada "Objetivo 1.300". La cosa
consiste en clavar 1.300 cruces de cuatro metros de altura, cuya base es
encementada sólidamente por animosos activistas vaticanos, en todas las cumbres
de la geografía española con el objeto de promover los valores católicos.
Al parecer, la "santa cruzada" empezó en el 2012 y, desde
entonces, los montañeros han denunciado la proliferación del plantío crucífero
en la sierra de Guadarrama. Al desvelarse el asunto, la Consejería de Medio
Ambiente madrileña instó a los promotores a cesar en su empeño y comenzó a
retirar alguno de los símbolos. Pero la respuesta de la organización ha sido
contundente: "Nos vemos
en el deber de informar a todos cuantos oponen resistencia a la Libertad de la
Religión Católica: toda Cruz y Virgen que sea objeto de demolición, será
motivo inexcusable para incrementar por dos el número de Cruces." Vamos, que se declaran en rebeldía y
piensan hacer doblete.
A mí me da como flojera con tanto misticismo a
nuestro entorno. Ministras y ministros que invocan vírgenes o santos para
generar empleo y atraer prosperidad. Como brujos de una tribu del Congo pero
con menos salero y más flojos de atrezzo. Responsables institucionales que
rezuman cera en los cortejos religiosos y se ponen la aconfensionalidad del
estado por mantilla sustituyendo la Constitución por un rosario (que a mi se me
antoja hecho de dientes de rojeras y de ateos).
A lo mejor
piensan que el Islam es algo similar a los vampiros y, si falla lo de las
cruces, acaban coronando los montes con ristras de ajos. Conmigo está funcionando
pese a no ser ni musulmana ni vampiresa. Ante el lamentable espectáculo de esta
España asaetada de cruces, supercherías y camelos puedo escuchar alto y claro:
¡Va de retro satanasa! ¡Y me entran unas ganas de salir corriendo...!
DdA, XI/2.776
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