Antonio Aramayona
Los secretarios generales de UGT y CCOO van
a La Moncloa para reunirse con el Presidente del Gobierno Rajoy. Tendrán como acompañantes a los presidentes
de las patronales CEOE y Cepyme y todos ellos entrarán al palacio bajo el sacro
palio (=paliativo) de incrementar el
“diálogo social”.
Vale, venga, a dialogar. ¿Sobre qué? Dicen
los sindicatos que su prioridad es “mejorar la protección social” (por
ejemplo, una renta mínima para todas
aquellas personas sin ingresos o una ayuda para las familias con todos sus
miembros en paro y sin prestaciones). Es algo así como pactar el suministro de
aspirinas y tiritas a las víctimas de una peste bubónica creada por los
interlocutores sentados a su lado. Mientras esté vigente la Reforma Laboral del
PP y de los grandes empresarios y financieros lo único digno y eficiente que
resta es levantarse de la mesa y mandar a freír espárragos a los asistentes a
ese supuesto “diálogo social”, que nada
tiene de social.
Ya antes, en anteriores diálogos sociales
se habían comprometido a dialogar, por ejemplo, sobre paro juvenil, pero ahora,
al comprobar que pinchan en hueso muy duro, se proponen hablar sobre mejoras en
algunas prestaciones sociales. Los más optimistas aseguran que contarán así
con millones de aspirinas y tiritas a
poder suministrar a cuarenta millones de afectados por el Ebola socioeconómico
que asola el país.
Ernesto Sábato escribe en su libro “Antes del fin” que
las presuntas bondades del neoliberalismo y de la libertad de mercado se le
antojan una falacia, pues el mundo le parece poblado de lobos y de corderos, y
mientras hay corderos que proponen a los lobos que se hagan vegetarianos, la
idea neoliberal de libertad tiene como axioma fundamental: “libertad para
todos, y que los lobos se coman a los corderos”. Quizá tras el diálogo con
Gobierno y la patronal, estos dos
sindicatos declaren en una rueda de prensa que los lobos hispanovisigóticos se
han hecho finalmente vegetarianos.
Hay que cambiar el sistema, pues el actual es una
auténtica tomadura de pelo para el pueblo. Un instrumento histórico primordial
es el sindicalismo, pero difícilmente cambiarán esos dos sindicatos el sistema
si constituyen uno de los elementos principales del sistema actual. ¿Cómo
reaccionarían los secretarios generales de ambos sindicatos ante este
planteamiento? ¿Llamarían “antisistema”
a quien lo plantease? ¿Aceptarían que el sistema del que forman parte es
realmente el antipueblo, el antitrabajador?
CC.OO. y UGT, dejaos de pamplinas, de fotos y de diálogos
sociales. Los problemas son otros y la solución está en cualquier parte, menos
en La Moncloa y con la patronal.
DdA, XI/2.758
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