Santiago Herrero
Cuando el ayuntamiento de Madrid cambió el contrato de limpieza
urbana, la inefable alcaldesa de la Villa y Corte juró y perjuró (en el
sentido de jurar en falso, como suelen hacer todos sus correligionarios)
que la calidad del servicio no iba a resentirse. Nadie la creyó pero se
cambió el contrato por la voluntad solitaria del PP.
Parece que el nuevo contrato ha entrado en vigor a primeros de este
mes de julio. Como por casualidad, ha coincidido con el macrobotellón
adosado al desfile del Orgullo Gay, celebrado en Madrid el pasado sábado
día 5. Quiero indicar que el cambio de itinerario impuesto por ese dúo
de dinámicas peperas (Cifuentes y Botella) ha convertido al barrio de
las Cortes en el descargadero de necesidades líquidas y sólidas de la
parte más incívica del desfile (a juzgar por los desechos, algunos
miles)
Escribo estas líneas en la tarde del 9 de julio. Han pasado casi
cuatro días completos (90 horas) desde que terminó el desfile LGTB y el
macrobotellón adjunto. Con la excepción de la manzana del Congreso de
los Diputados, vigilada 24 horas al día por la policía nacional, no se
ha limpiado el barrio. Marqués de Cubas, Los Madrazo, Marqués de Casa
Riera, Arlabán… todas ellas lucen aún los “restos de la batalla” en
forma de botellas rotas y otros desperdicios de la fiesta, un
insoportable olor a orín alcohólico y algunos residuos intestinales
humanos sólidos, acompañados de montañas de servilletas de papel… quiero
decir mierda humana, por si alguien no lo entiende.
En conversación con algunos operarios de la contrata de limpieza
encontrados en otras partes el centro, nos cuentan que la aplicación del
nuevo contrato ha transformado la dotación de esta parte del centro de
Madrid (Paseo del Prado, Huertas, Letras, Cortes, Chueca) de dieciocho a
seis operarios. Lo que para nosotros era limpieza diaria (centro
turístico de la ciudad) se ha convertido en… Aún no podemos decirlo
porque desde el sábado no ha pasado nadie.
Si uno fuese malpensado achacaría esta falta de limpieza a la
homofobia de la alcaldesa confundidora de peras y manzanas… “¡Para que
os enteréis de que son unos guarros! Es lamentable no poder decir si
esta sospecha es verdad o mentira hasta que pase la próxima semana
santa. El viernes de esa semana, el barrio de las Cortes se ve
literalmente aislado y encerrado por la procesión religiosa que parte de
la iglesia más reaccionaria de la ciudad (Jesús el Rico, el
nombre lo dice todo, la favorita del matrimonio Franco) cuyo recorrido
impide a cualquier vehículo de asistencia urgente entrar en media docena
de calles. Apenas terminado el acto confesional, el servicio de
limpieza municipal ejecuta un completo (con agua incluida por si la cera
de los cirios) para que los vecinos no comulgantes no podamos quejarnos
de la suciedad que pudiesen dejar los católicos procesionadores.
Dicen que la alcaldesa observa esa procesión desde el ventanal de su
despacho en el regio ayuntamiento que le dejó en herencia su antecesor.
No sé si es verdad. Pero seguro que no ha abierto esa ventana desde el
sábado 5. Tendría que haber sentido el tufo, la mierda se acumula a
menos de doscientos metros, en la misma esquina del Thyssen.
O, como diría el admirado Fernando Fernán Gómez, “Señora mía, váyase…”
DdA, XI/2.743
No hay comentarios:
Publicar un comentario