La alcaldesa de Madrid, no votada
por los madrileños, y el presidente de esa Comunidad, que tampoco lo fue, han
pretendido impulsar a la ciudadanía de la capital de este reino en declive a
que muestre su júbilo patriótico mañana, histórico día en que será proclamado
oficialmente rey de España Felipe VI.
El hecho va a coincidir casi con
otro de parecido jaez patriótico, al menos tal como lo interpretan hoy algunos
diarios de la derecha más conservadora: la deseable victoria ante Chile de la
selección española de fútbol en el Mundial de Brasil. Para esa prensa, que La
Roja pueda ser eliminada esta noche de ese campeonato, ensombrecerá sin duda el jubiloso
acontecimiento de la coronación, lo cual no es de extrañar pues ambos
patriotismos comparten la clave que los define, que es la patriotería.
Patriotería porque esta vieja
nación no tuvo oportunidad de elegir al monarca que hasta hoy fue Jefe del
Estado por gracia del caudillo Francisco, según proclamaron durante decenios las
preces de la santa madre iglesia católica. Patriotería porque esta vieja nación cuenta con un 67 por
ciento de ciudadanos que no votó la vigente Constitución monárquica. Y patriotería
porque es de todo punto imposible que la señora Botella de Aznar o el señor
Ignacio González, así como la exlideresa Aguirre que también se apunta al
patrioterismo monárquico, puedan pensar -a menos que lo suyo sea
demencia patriotera- que una mayoría de ese 67 por ciento pueda sentirse a gusto con el Régimen
del 78 que Juan Carlos I ha representado.
Tenemos la segunda tasa de paro
juvenil más alta de Europa (algo más del 55 por ciento y solo por detrás de
Gracia) y los tres citados políticos de la casta pretenden que Madrid se llene
banderas y gallardetes monárquicos en loor al nuevo y apuesto Jefe del Estado, habiendo dejado el
reinado de su antecesor tan nefasta lacra para el porvenir de un país.
Para colmar el exceso de esa
demencia patriotera y casposa, la autoridad gubernativa ha decretado que mañana solo se permita
al pueblo -que nuestra Constitución llama soberano- exponer públicamente su
único credo monárequico y absolutista en calles, plazas y balcones, pues la alternativa republicana es delito y no hay otra en esa
fecha que gritar ¡viva el rey Felipe VI!, aunque el reinado de su padre pase a
la historia con más de la mitad de la población que no aprobó esa Constitución
sin futuro o camino del enésimo exilio en nuestra historia patria.
A este Lazarillo le parece muy significativo y hace posible todo tipo de suspicacias que, al día siguiente de la proclamación de su hijo, los dos partidos que defienden la monarquía vigente tramiten con toda urgencia el aforamiento total del exrey. Me temo que llegaremos a saber por qué.
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A este Lazarillo le parece muy significativo y hace posible todo tipo de suspicacias que, al día siguiente de la proclamación de su hijo, los dos partidos que defienden la monarquía vigente tramiten con toda urgencia el aforamiento total del exrey. Me temo que llegaremos a saber por qué.
DdA, XI/2.731
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