Félix Población
El periodismo cortesano que
España ha padecido durante el reinado de Juan Carlos I no solo ha babeado hasta
el paroxismo en loas y ditirambos en pro de la Corona, a raíz sobre todo de ese
episodio esperpéntico y de verosimilitud infumable que dio al rey el papel de
salvador en el intento de golpe de Estado del 23-F, sino que acaba de culminar
su trayectoria apologética con el silenciamiento de las verdaderas causas por
las que Juan Carlos I no estará en la solemne y austera proclamación de su hijo
como rey Felipe VI.
En otro país cualquiera, de los
que aún mantienen la monarquía como modelo de Estado, la ausencia del monarca
predecesor y padre del que hereda el trono en la ceremonia de coronación, sería motivo al menos de varias y
sonadas interpretaciones en los medios informativos. ¿Podemos imaginar acaso
la ausencia de Isabel II de Inglaterra en la coronación de su hijo Carlos? Tal
hecho merecería, desde luego, muchas portadas y titulares en la prensa
británica, que aquí ni siquiera han asomado tímidamente al papel.
Porque estamos ante la
proclamación de un rey, Felipe VI, que accede a la Jefatura del Estado en vida
y no a la muerte de su padre, no me parece creíble en absoluto que Juan Carlos
I no asista al acto del próximo 19 de junio por no mermar protagonismo a su
hijo. La excusa oficial me parece tan simple e inconsistente que se diría ha sido dada
como motivo para pensar que hay algo más allá de la misma. Y sin embargo, los
periodistas cortesanos han evitado todo comentario.
¿Que qué puede haber más allá?
Hay quien piensa que Juan Carlos I no previó su abdicación hace meses, como se
dijo oficialmente, sino que fue impulsado a hacerlo en contra de su propia
voluntad o sin que él se mostrara inclinado a tal decisión, pues lo suyo era
fenecer con la corona puesta. Sea la que sea la causa de esa
ausencia, el reinado de Felipe VI va a nacer con esa anomalía, que sería motivo
de incidencia sonada en cualquier otro país coronado de Europa, menos en éste.
Por cierto, que el nuevo rey y Jefe de Estado vista uniforme de gala del Ejército de Tierra el día de su entronización me parece un detalle tan significativo como deplorable, pues me recuerda el atuendo de su padre en 1975, cuando juró los principios del llamado Movimiento Nacional, o cuando se le convirtió en salvador del golpismo militar en 1981.
PS.- Que no asista la infanta Cristina, hermana del futuro rey, también es significativo, sobre todo porque en este caso sí existe una razón que ha puesto a la institución monárquica en entredicho por obra y gracia de su cónyuge el balonmanista.
PS2.- Otra cosa: si el Gobierno planea dar fuero total al rey para causas civiles y penales, cabe preguntarse por qué ahora que ha abdicado y por si acaso qué.
DdA, XI/2.726
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