miércoles, 2 de abril de 2014

LO QUE COMÍA FRANCO CUANDO LAS CARTILLAS DE RACIONAMIENTO

Lazarillo

Es de recordar la noticia que sigue, dada a conocer por mi apreciado Luis Díez y su compañero López Fonseca en el diarió Público hace unos años. Más que nada porque acabamos de leer muchas informaciones y artículos -¿también en los diarios conservadores o han preferido hacer mutis?- referentes  al septuagésimo quinto aniversario del final de la Guerra Civil, fechado ayer, 1 de abril, y no está de más hacer esta referencia a la memoria gastronómica del extinto caudillo. Fue el 1 de abril cuando los vencedores hicieron público aquel parte oficial, último parte de guerra del cuartel del Generalísimo, que leyó con voz castrense el actor Fernando Fernández de Córdoba. Lo hizo a través de los micrófonos de Radio Nacional de España y el pueblo, desde ese día, llamó de ese modo durante dececios (el parte) al único y obligado servicio informativo del régimen. Hasta en tanto este Lazarillo tenga un menú a meno para ilustrar este post, transcribo la noticia que con puntual sentido de la oportunidad y bajo el titular La fabada prohibida de Franco publica hoy el diario Asturias24:

"No habían pasado apenas dos meses del final de la Guerra Civil y sólo 15 días desde que el Ministerio de Industria impusiera las cartillas de racionamiento. Era 29 de mayo de 1939 y aquel día, a pesar de que el gobierno franquista preconizaba el día sin carne, Su Excelencia se despachó una fabada, con su compango incluido. No se contentó con un primero contundente y sació su apetito con unos filetes de merluza de segundo y queso y fruta de postre.
El dato sale a la luz ahora después de que el Ministerio de Cultura haya rescatado unos documentos inéditos que desvelaban qué comía Francisco Franco y su mujer, la asturiana, Carmen Polo, en los días que siguieron al final de la Guerra Civil. La recuperación de la memoria gastronómica del dictador y su familia ha sido posible gracias a Carlos Palacios Miguel, un guardia civil muy vinculado a la peripecia bélica de Franco.
Palacios Miguel tenía solo 23 años de edad cuando, en el otoño de 1936, Franco fue nombrado "generalísimo de los Ejércitos" en Salamanca y el joven guardia civil se convirtió en su taquígrafo personal. Palacios siguió los pasos del dictador y, ya con el general en el poder, se tomó la molestia de apuntar con frecuencia el menú del dictador.
Ha trascendido así que, en una España atenazada por el hambre, Francisco Franco prefería el pescado a la carne y en su menú diario nunca faltaron un primer plato, un segundo, varios postres e, incluso, un entrante. No se sabe a ciencia cierta por qué el joven taquígrafo se tomó la molestia de mecanografiar el menú del general y su esposa Carmina. Los textos del joven guardia civil permanecieron años en el olvido hasta que sus familiares los encontraron y los cedieron al Ministerio de Cultura para formar parte de los fondos del Centro Documental de la Memoria.
Conocemos de este modo, por citar un ejemplo bien gráfico, que el viernes 2 de junio de 1939, cuando el encabezamiento del menú incluía la palabra abstinencia, el almuerzo del dictador incluyó tres servicios: "entreplatos variados, huevos rellenos y merluza frita" y la posibilidad de elegir postre entre "crema de limón" o "queso y fruta". Un día antes, el menú rezaba plato único, pero era contundente: "sopa al cuarto de hora" y un patriótico "cocido a la española". De postre, "monte nevado" y los ya habituales "queso y fruta".

Este Lazarillo aporta fotocopia del menú de Franco correspondiente al 11 de mayo de 1939, por las mismas fechas en que se impuso la cartilla de racionamiento en la España de su victoria: entremeses variados, langosta en salsa tártara, chuletas asadas con guisantes salteados. Postres: tarta de hojaldre y frutas.

DdA, X/2.663

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