Recibo en mi domicilio un boletín municipal del Ayuntamiento de Tres
Cantos (Madrid) en el que el alcalde presume de haber obtenido un
superávit de más de dos millones de euros en 2013.
Y
tengo que poner esa noticia en sintonía con las que se han publicado
estos días de organizaciones como Cruz Roja, Cáritas o la Unión
Democrática de Pensionistas sobre la situación de precariedad de las
familias españolas y de cómo la asistencia social de oeneges,
asociaciones religiosas y la solidaridad familiar están evitando un
colapso en España.
Con esta información, presumir de superávit en un ayuntamiento me
parece una obscenidad, porque en medio de una crisis económica como la
que padecemos ha tenido que conseguirse sobre recortes que han dejado a
escolares y jóvenes sin poder concurrir a escuelas deportivas, sin
garantizar en los colegios al menos una comida al día en condiciones
aceptables, haciendo pagar los mismos impuestos municipales a familias
con recursos que a las que han perdido puestos de trabajo, sin olvidar
que también han recurrido a externalizar servicios a bajo coste para que
la explotación y laboral laboral la practiquen empresas privadas y no
manchen a los equipos de gobierno.
El alcalde de Tres Cantos es del PP, y leo que la alcaldesa de
Madrid, también del PP, presume a su vez de un superávit en 2013 de mil
millones de euros porque ha ajustado su presupuesto de gastos e
ingresos, y solo hay que pasear por algunas calles y ver colas ante los
comedores sociales o cómo aumentan las personas sin techo, o ver cómo
caen los presupuestos en cultura y deporte, para averiguar qué significa
“ajustado”, y deducir que ambos alcaldes deberían haber incluido en sus
gastos más asistencia social, más gasto en colegios e institutos, más
gasto en ayudas a la dependencia y más gasto en escuelas deportivas,
casas de la juventud y centros de la tercera edad, porque lo hecho ha
sido insuficiente.
Cito alcaldes del PP no por sectarismo político, sino porque es la
cantinela del ajuste la que se escucha continuamente en boca de sus
cargos públicos, y si aparece algún alcalde socialista o comunista que
presume de superávit habrá que demonizarle también, porque estaría
traicionando valores fundamentales de la izquierda.
DdA, X/2.662
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