Félix Población
No
es raro que el ríspido Rouco apele al miedo en la homilía pronunciada ayer durante
el funeral de Estado celebrado en Madrid con motivo de la muerte del
expresidente Suárez. (“La concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha serlo
también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus
comunidades históricas? Buscó y practicó tenaz y generosamente la
reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de
aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la Guerra
Civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar”). El miedo
forma parte del mensaje de esa iglesia retrógrada y nacional-católica de la que
el cardenal y arzobispo de Madrid es uno
de sus más fervientes protagonistas, aunque el papa Francisco luzca o parezca
lucir otra catadura. Lo demostró el purpurado Rouco como pancartero y no pierde
ocasión de lucir ese carisma allá donde se le presente ocasión.
En sintonía con esa filosofía del
miedo, el gobierno de la nación acaba de darnos dos graves lecciones, auspiciadas
sin duda por la nostalgia que en el muy católico, apostólico y romano ministro
del Interior provocan las prédicas o reflexiones públicas de tan altos jerarcas
de su iglesia como Rouco Varela. La primera tuvo lugar el pasado 22M, cuando
una manifestación multitudinaria y cívica cuyo titular iba a ser ese -dado el
éxito objetivo de la convocatoria-, se saldó con una serie de portadas y
telediarios donde se enfatizaron los extraños disturbios que tuvieron lugar al
término de la misma. ¿Sabremos algún día la identidad del grupo de desalmados que
promovieron esos incidentes y que en algunos medios de información digitales
vinculan con elementos de extrema derecha? ¿No hubiera sido elemental por parte
de las autoridades de Interior despejar esa identidad grupal tras la detención
de algunos de ellos? ¿O es que ese ataque brutal y planificado –según se dijo
en algunas informaciones- no contaba con una organización detrás y solo se
debió a una azarosa acometida?
Si la extraña violencia con la que terminó
la convocatoria del 22M no quedó clara, sí parece evidente que a quien beneficiaron
sus efectos mediáticos fue al Gobierno, pues contra la política del Gobierno se
manifestaban los cientos de miles de ciudadanos congregados. Si a partir de
ahora quienes toman parte de iniciativas semejantes piensan que al término de
una de ellas puede haber palos, la primera lección de miedo habrá cumplido su
propósito.
Por si esa fuera
poca, a la lección del 22M siguió otra mucho más clara, de la que fueron sus
únicos protagonistas –esta vez sin asomo de duda- los policías antidisturbios
que vigilaron la convocatoria
organizada por la Coordinadora 25S, celebrada días después en la Plaza de Neptuno
de Madrid en torno al lema Jaque al rey. El número de manifestantes no superó
las 200 personas, frente a un centenar de agentes, por lo que todo parecía más que controlable. Al finalizar la protesta, sin embargo, –según leo en Periodismo Humano- los antidisturbios obligaron a retroceder
hasta la Glorieta de Atocha, a una distancia de 600 metros, a los últimos
asistentes que permanecían en Neptuno y a los periodistas que cubrían la acción
entre empujones, insultos y amenazas, mientras el resto de personas podían
circular libremente. J.D., fotoperiodista freelance, quedó enganchado en la
pierna con una valla del Paseo del Prado al ser empujado por un agente, que
volvió a empujarle pese a sus intentos de retirarse.
Una vez en Atocha –según
PH-, los antidisturbios detuvieron a un manifestante, golpeando a siete
periodistas gráficos que documentaban la intervención. M.M., que se encontraba trabajando
para la agencia Ruptly (Alemania), recibió tres golpes de porra, uno de ellos en el
cuello. Al cierre de este artículo se encontraba siendo
reconocido en urgencias del Hospital Gregorio Marañón. J.R., video-periodista freelance y colaborador de eldiario recibe un porrazo
en el costado al mismo tiempo. Inmediatamente después, G.P., fotoperiodista que
cubría la concentración para la agencia Associated Press (Estados Unidos), fue derribado de un golpe por la espalda.
Al intentar incorporarse, se identificó como periodista, siendo de nuevo
empujado y golpeado. R.G., fotoperiodista freelance de la agencia Nur Photo
(Italia), recibió tres porrazos al intentar asistir a J.R.Los antidisturbios acordonaron la
zona, alejando a empujones al resto de periodistas, y agrediendo a W.C.,
fotoperiodista freelance, recibió un porrazo en la pierna y otro en una mano, y a R.C., fotoperiodista de Diario
Independiente Digital, que recibió un porrazo en el muslo, otro en la muñeca izquierda y
un tercero en la cabeza y por detrás después de escuchar al policía decir “a
ver si publicas esto”.
Aunque menos
difundidas que las lamentables imágenes de violencia que tuvieron lugar el
pasado 22M, las que hemos podido ver en esta segunda convocatoria dejan muy claro que la violencia partió esta vez de los antidisturbios, por lo que cabría esperar algo más que la explicación que no se ha dado por parte de la autoridad correspondiente. De lo que no hay duda es de que también, como en el caso
precedente, habrán cumplido su objetivo: sembrar el miedo entre la ciudadanía que pretende ejercer sus derechos constitucionales de expresión y manifestación. Al miedo que esparce Rouco desde los púlpitos se le une, pues, el de su devoto feligrés Fernández en las calles.
Puntos de Página
DdA, X/2.662
No hay comentarios:
Publicar un comentario