Quienes desde hace decenios nos
dedicamos al análisis de la realidad cotidiana sin dependencias partidarias,
con la libertad de criterio e independencia que nos da un compromiso vocacional
probado, tenemos en la memoria muchos pasajes de la historia reciente de
nuestro país que de vez en cuando asoman con ocasión de un determinado hecho de
actualidad y alguien lo glosa en un libro.
La muerte de Adolfo Suárez trajo consigo
muchas circunstancias relacionadas con su decisiva biografía, entre las que,
hasta hoy, no se había tenido en cuenta el inicio de su enfermedad, esa
desoladora afección que trae consigo le pérdida de memoria hasta dejar al
paciente sumido en una ausencia de sí mismo, sumamente dolorosa para quienes
advierten el avance del mal año tras año.
Suárez padeció de Alzheimer desde
hace más de diez años, aunque no se haya especificado con precisión el arranque
de la enfermedad. Su hijo Suárez Illana se apercibió del inicio a finales de
los años noventa. La evidencia pública de que el mal había avanzado
significativamente se registró en una fecha concreta, el 2 de mayo de 2003,
cuando Adolfo Suárez apoyó la candidatura de su hijo a la presidencia de Castilla-La
Mancha por el Partido Popular.
Ese día Suárez, en compañía de José
María Aznar, participó en un mitin y no fue capaz de pasar del segundo párrafo
del discurso que le había escrito el candidato, a pesar de que éste se lo había
escrito en una tipografía muy clara. Al final, el expresidente hubo de
improvisar un par de frases, poniendo término así a su alocución y al último
acto público en el que participó. Recuerdo muy bien aquel evento, porque antes
de tomar parte en el mismo había sido noticia una frase de Suárez que me
extrañó tanto como a Santiago Carrillo, sin saber lo que el anciano líder
comunista le participaría a García Abad con ocasión de la misma.
Dijo Suárez entonces que Aznar había
sido el mejor presidente de la democracia, ante la sorpresa de quienes lo
escucharon y la extrañeza de Carrillo, que comentó con el periodista que tal
frase demostraba que el expresidente padecía una lesión cerebral. “Yo lo interpreté como una boutade:
Santiago, eres un malvado´, le dije en broma, pero él insistió con toda
seriedad en su teoría (…) Lo cierto es que en el mitin que tuvo lugar con
motivo de aquella campaña electoral en apoyo de su hijo, a la que acudió Aznar,
miles de personas fueron testigo de su dolencia”, cuenta José García Abad.
Fue en ese mitin de Albacete donde José María Aznar, olvidando las muchas y duras críticas que en su día dirigió desde Alianza Popular a los gobiernos de Adolfo Suárez, proclamó: “Hoy estás en tu sitio,
apoyando las ideas de tu hijo y de todos nosotros, que son las tuyas, y
de las que nos consideramos herederos”.
DdA, X/2.668
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