Jaime Poncela
El presidente del Principado se ha hecho un chalé en Somió, agradable y
señorial parroquia gijonesa en la que ya reside desde hace años. Tiene
suerte el presidente socialista de Asturias de poder prepararse un
retiro dorado y soleado entre las familias de la residual aristocracia
gijonesa y los nuevos ricos que han ido llenando el hueco dejado por los
anteriores. Es una suerte llegar a los sesenta y tantos con todos los
deberes hechos, todas las facturas al día y disponiendo de patrimonio
suficiente para hacerse un chalé. Supongo que ese era el sueño del
presidente cuando empezaba a ejercer como joven ingeniero de minas y
cuando consiguió que la política le tratase con mimo durante muchos
años, un sueño a buen seguro compartido por muchos profesionales de su
generación que, sin embargo, no habrán llegado a tanto ni de lejos. Pero
así es la vida: nunca hay café para todos por mucho que la
socialdemocracia nos haya metido en la cabeza esas ideas igualitarias.
En todo caso, el PSOE trabaja en ello y si un obrero puede votar al PP,
un socialista puede vivir en Somió. ¿Quién dijo miedo? No sé si un
socialista se sentirá incómodo habitando en medio de uno de los feudos
más sólidos del voto conservador gijonés. Parece que no es así habida
cuenta de los años que Fernández lleva empadronado en la parroquia
gijonesa en la que el metro cuadrado de suelo es más caro. Para vivir en
Somió solo hace falta dinero, no es necesario tener ideología
declarada, nadie te pide el carné de nada. No hay más que ver que ya
juegan al golf hasta gentes de los barrios de la periferia y que hay
veteranos socialistas muy aficionados a la equitación. Que Javier
Fernández se haga un chalé nuevo en Somió es un ejemplo de que la
sociedad se iguala aunque sea por arriba y eso, quieras que no, es otra
forma de igualdad, un ejemplo vital y sólido de cómo la izquierda ha
conseguido terminar poco a poco con las clases sociales, las
desigualdades y los cotos vedados. “Tu puedes jubilarte en Somió” es un
mensaje que el PSOE asturiano debería empezar a usar como reclamo en sus
campañas electorales porque es una de las pocas promesas de la
izquierda que algunas personas han visto cumplidas. El presidente por lo
menos.
Artículos de Saldo/DdA, X/2.689
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