jueves, 20 de marzo de 2014

VERDE TE QUIERO

Alicia Población

Todos los colores nos dicen algo. El rojo es  la pasión, el amor desenfrenado y sin miedo; el azul la calma, la tranquilidad, el sosiego del mar y el mecer de un cielo despejado; el blanco la pureza, lo intocable, lo incomprensible de la nieve que brota tierna y pisa suavemente la tierra que nunca antes ha visto; el verde la esperanza, la esperanza…
Si leemos a Lorca en clase y además vivo en una calle, casi en medio del campo, que lleva su nombre, es inevitable preguntarse por la importancia del verde, ya no en el texto, sino en la vida misma.
¿Por qué amaba tanto el verde Lorca? El verde de esa piel suave, que es el anhelo de caricia convertido en mirada, un verde atrayente. El verde de un pelo alborotado, con ansias de libertad, un verde libre. El verde de unas pupilas profundas como un bosque, frondosas de vida y de ganas de vivirla, un verde vivo. El verde de una risa alegre, que se atreve a ser oída, un verde valiente, un verde sin miedo al mundo.
Parece que así era Lorca, o así quería ser, al menos. Y me da la sensación de que plasmando en sus versos su verde amor quiso dejar constancia de ello. Quizá pretendiera dar una lección a esa sociedad y a ese sistema del que se veía, fatalmente, rodeado, y que no permitía siquiera plantearse la idea de saborear ese verdor, ahogando el mundo en colores cenicientos. Tampoco ha cambiado tanto de antes ahora, los tonos grises siguen siendo dominantes incluso en primavera.
Sería bonito proponérselo, proponerse sentir esa piel aceitunada, oler ese pelo emboscado y adentrarse en esa mirada de vida, pero sobre todo, qué bonito sería escuchar esa fresca risa de Lorca, atrevida, sencilla pero clara, que dice exactamente lo que quiere decir. Esa risa que ama la esperanza del verde.
Si somos capaces de todo esto, entonces quizá lleguemos al galope escondido que hay dentro de nosotros y salgamos a correr la vida.

No cabe duda, hay que vestirse de verde.
DdA, X/2.651

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