Félix Población
El pasado domingo Jordi Évole entrevistó a Pedro J.
Ramírez en “Salvados”, su programa de La Sexta, después del patinazo real que tuvo con el reportaje
de ficción del 23- F en la misma franja horaria. Aclaro que ese error, a mi
juicio, no quita méritos a quien es el periodista crítico que mejor hace su
tarea en un medio, la televisión, tan desasistido de profesionales en esa
línea.
Pienso, no obstante, que la conversación con Ramírez
fue mucho más amable de las que Évole
suele mantener con sus entrevistados, como si le pesara el gremialismo o
el
largo currículum del exdirector del diario El Mundo, defenestrado por el
Gobierno a cuenta del Caso Bárcenas. Aunque Pedro J. se las sabe todas y
es
capaz de sortear todo tipo de cuestiones sin mojarse -lo demostró una
vez más-,
me parece que Évole no fue tan incisivo
como cabía esperar con respecto a la versión que el curtido Ramírez propagó en
su diario con ocasión del 11-M.
Aquellos trágicos atentados, que supusieron la derrota
del Partido Popular en las elecciones del día 14 de marzo de 2004 como
consecuencia de la mentira del gobierno presidido por Aznar de responsabilizar
a ETA de la masacre, encontraron en El Mundo al gran valedor de la teoría o
tesis conspiranoica. Lo fue durante años y quedó escrita sobre la sangre de 192
víctimas, 1.400 personas heridas y otras muchas -familiares y amigos- afectadas
también por la mendacidad de esas informaciones. Informaciones que constituyeron,
además, la principal herramienta de
oposición –burda e insidiosa- del Partido Popular (el de Asturias también) durante buena parte
de la primera legislatura de Zapatero.
Dijo Ramírez a
Évole que el 11-M es su asignatura pendiente, que no sabe quién ordenó y
ejecutó el 11-M, ni sabe cómo se cometieron físicamente los atentados, “pero ve
improbable la participación de ETA”. Yo a eso no lo llamaría asignatura
pendiente, porque ese infame capítulo de la historia del periodismo ha quedado
escrito en su diario y bajo su responsabilidad, sin posibilidad de enmienda,
habida cuenta que ya no es director del periódico.
Mucho más digna me
parece la actitud del exminero asturiano José Emilio Suárez
Trashorras, responsable de la entrega de los 200 kilos de explosivos que
emplearon los terroristas para sembrar de pánico y muerte varios trenes de
cercanías llenos de trabajadores. A Trashorras, que tanta cobertura tuvo en El
Mundo conspiranoico de Pedro J. y que también acaba de ser entrevistado en un
medio digital, le parece que implicar a ETA fue una tontería para crear
confusión. Preso en la cárcel de El
Dueso, donde escribe sus memorias mientras avista las olas del Cantábrico, es
posible que como presidiario se haya dado cuenta de que si Ramírez vendió
muchos periódicos ventilando despropósitos, él pueda hacer lo propio con su
libro, rectificando aquella versión con titulares como el expuesto. Al fin y al
cabo, en España se escribe y se lee más mierda que nunca, como acaba de afirmar
el escritor argentino Rodrigo Fresán.
Lo peor e
irrevocable es que los infundios
generados por aquel tropel de conspiranaoicos -entre los que se encontraban profesionales
de otros medios afines al gobierno que fue derrotado en las urnas y hoy siguen
creando estados de opinión en España-, los infundios, digo, se generaron sobre la más sangrienta de las
páginas de nuestra historia contemporánea, de la que guardaremos como más emotivo
testimonio de dolor y valor el breve y elocuente discurso en el Congreso de los
Diputados de Pilar Manjón, madre de una de las víctimas. ¡Cuántas injurias y
afrentas hubo de sufrir esta mujer de parte de quienes se apuntaron a la teoría
del diario El Mundo, hoy asignatura pendiente para Ramírez!
Me cuentan que El
Bosque del Recuerdo, inaugurado con mucha solemnidad en el Parque del Retiro de Madrid en memoria
de las víctimas, se encuentra en total estado de abandono. Me niego a pensar
que esa sea otra lección de olvido, como la que nuestra modélica democracia está
deparando a las víctimas que yacen en fosas y cunetas desde hace decenios.
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