Ana Cuevas
Pues
sí. Solo podía pasar en España. En un país esperpéntico en el que los
ministros apelan a lo sobrenatural para solucionar temas mundanos como
la pobreza o el paro. Condecorar a una u otra Virgen (porque hay pocas
religiones tan politeistas como la católica) no es una novedad. A los
actuales padres de la patria les va más la ficción que la fea realidad.
¡Dónde va a parar! ¿O va a ser igual tener como colaboradora a Nuestra
Señora María Santísima del Amor que a cualquier mindundi carnal sin
superpoderes?
El
ministro de interior no tiene dudas. Aunque no aclara como se
materializa la colaboración mariana, le quiere conceder a esta Virgen,
la del Amor nada menos, la medalla al mérito policial. ¡Olé tus bemoles
ministro! Que le den las dos orejas, el rabo y doble vuelta al ruedo en
la plaza del surrealismo ibérico. Se lo ha ganado el hombre. Mantener
estas conexiones entre lo divino y lo humano desempeñando a la par un
ministerio en un país aconfesional requiere aplomo. Hay mucho descreído,
mucho ateo que reniega de la virginal intervención en los asuntos
policiales. Pero todo tiene una explicación. Por ejemplo: cuando los
quince emigrantes se ahogaron en Melilla, Nuestra Señora del Amor,
estaba disfrutando unos moscosos. Por desgracia para ellos, ese día no
tocó milagro.
En respuesta a la "creativa" propuesta del ministro,
Change.org ha presentado una petición, que servidora ha firmado ipso
facto, pidiendo la concesión de esta medalla del mérito policial a
Mortadelo y Filemón. Los argumentos a favor de los entrañables
personajes de Ibáñez son mucho más sólidos que los de la candidata
ministerial. Los miles de ciudadanos que ya apoyamos la propuesta
entendemos que la T.I.A. ha hecho más por la seguridad ciudadana que la
susodicha virgen.
Nos han hecho reír. Y no amargamente, como sucede con
asuntos tan delirantes como mezclar churras con divinas o invocar a los
cielos para que estos suplan la incompetencia o la desidia del gobierno.
Puestos a escoger una ficción, definitivamente me quedo con Mortadelo y
Filemón. Al menos, leyendo sus detectivescas aventuras nunca se te pone
"mala virgen". Algo de lo que andan sobrados algunos responsables
policiales. Mucha, mucha "mala virgen".
DdA, X/2.638
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