Félix Población
Hace tan solo unos días, los poetas, los lectores y los amigos -que de todo dejó don Antonio en sus versos-, conmemoraban la memoria y la obra de aquel hombre bueno -en el mejor sentido de la palabra- que murió en Colliure hace 75 años. Cuentan quienes le acompañaron en el camino del exilio que en su ligero equipaje no faltaron unos puñados de tierra española, recogidos por el poeta enfermo y deprimido en ese duro tránsito, consciente de que su definitivo descanso sería en tierra extranjera y quería la suya con sus restos.
Estoy convencido de que entre las lecturas predilectas de Paco de Lucía estaban los poemas de Antonio Machado. Como el poeta, el más universal de los guitarristas que ha dado la historia del flamenco -tan amado por don Antonio-, murió hace unas fechas fuera de su país, si bien en circunstancias por fortuna muy distintas a las de Machado. Pocas veces un ministro de Cultura de España podrá asistir y representar a su gobierno en un acto de tanta trascendencia como el vivido en la localidad gaditana de Algeciras hace un par de días con motivo de la inhumación de los restos mortales de Paco de Lucía. Esa trascendencia se la dio la personalidad humana y la entidad de la obra, el genio, el trabajo, la sensibilidad e internacionalidad del artista fallecido.
Que el ministerio de Cultura de España pase por alto el septuagésimo quinto aniversario de la muerte de Antonio Machado, sin organizar que yo sepa ni un solo acto, es vergozoso, pero que José Ignacio Wert no haya estado presente en un evento tan en vivo como el de Algeciras, arropado en un sentimiento multitudinario de condolencia popular, supera todo bochorno y denota aún mayor desconsideración y desprecio hacia la cultura, totalmente censurables en un representante de un gobierno democrático. No olvidemos, asimismo, que la capilla ardiente del guitarrista no fue instalada en el Teatro Real -donde el flamenco entró por primera vez de las manos de Paco de Lucía- porque el lugar estaba alquilado a una empresa privada.
Como en este país sabemos muy bien lo que comporta la desconsideración y desprecio a la cultura por parte de los gobernantes no democráticos, que condujo en el pasado al exilio a tantos artistas e intelectuales, con la tumba de uno de nuestros mayores poetas en territorio extranjero y los restos de otro no menos grande (Federico García Lorca) perdidos entre los huesos de miles de víctimas del franquismo enterradas en fosas y cunetas sin seña, sobra decir la consideración que me merece el ministro citado.
Como en este país sabemos muy bien lo que comporta la desconsideración y desprecio a la cultura por parte de los gobernantes no democráticos, que condujo en el pasado al exilio a tantos artistas e intelectuales, con la tumba de uno de nuestros mayores poetas en territorio extranjero y los restos de otro no menos grande (Federico García Lorca) perdidos entre los huesos de miles de víctimas del franquismo enterradas en fosas y cunetas sin seña, sobra decir la consideración que me merece el ministro citado.
DdA, X/2.368
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