jueves, 27 de febrero de 2014

MEDIO SIGLO CON VÍCTOR MANUEL*

Félix Población

Me unen con Víctor Manuel tres circunstancias que han contribuido a que lo haya estimado como cantautor a lo largo de su dilatada trayectoria. Como mi padre, el suyo fue ferroviario y los dos se saludaban en la estación de Mieres del Camino hablando de los progresos de sus respectivas criaturas. Víctor Manuel, mayor que yo, era ya sobradamente conocido cuando un servidor se iniciaba como aprendiz de reportero en la Villa y Corte. 

 Antes de eso, la canción “El cobarde” no dejaba de sonar en todos aquellos bares de Ceuta con máquina de discos donde quien lo recuerda entraba rapado de recluta y pretendía hacer una simbólica protesta canora contra aquel tiempo de reclusión castrense y tiros al agua en la playa del Tarajal -de tan deplorable actualidad hace unas fechas-,  que nos hacía perder año y pico de nuestra pletórica mocedad, surtida de proyectos civiles mucho más cívicos. 

Si esas dos circunstancias jugaron a favor de mi aprecio por Víctor Manuel, no lo fue menos la tercera -más anterior todavía en el tiempo-, cuando en 1969 tuve oportunidad de saludarlo en el diario Región de Oviedo, de la calle Fray Ceferino, donde yo firmé mis primeros artículos/protesta gracias a la generosa tolerancia de su director, Ricardo Vázquez Prada, que me alojaba al lado de sus leidísimas “Gotas de tinta”. Víctor me pareció entonces un rapaz tímido, sencillo y afable al que deseé por simpatía la mejor suerte del mundo. 

Han pasado cincuenta años desde que el nieto del minero picador iniciara su carrera y es hasta cierto punto lógico que el cantautor quiera celebrar ese medio siglo con un gran concierto en Oviedo, que tendrá lugar este año durante las fiestas de la ciudad. No faltarán a la cita algunos de sus amigos y colegas que, como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Miguel Bosé o Miguel Ríos, también cantarán en el evento “Cincuenta años no es nada”. 

El éxito de la convocatoria ha sido de tal magnitud que  hasta cuatro mil entradas del aforo se vendieron en un solo día, según informaba ASTURES. Con  ello se demuestra una vez más que Víctor Manuel cuenta en esta región con un público cuya fidelidad se resiste al paso del tiempo y permanece a la escucha en vivo y en directo de lo que Víctor cante porque forma parte, sobre todo, de esa memoria sentimental que todos llevamos dentro cuando el tiempo da una pátina de nostalgia a las canciones del ayer que configuraron nuestra juventud, sin reparar apenas –o dejando al margen, como si fuera subsidiario- que las voces, como la piel, se arrugan y ya no son las mismas que hace veinte, treinta o ¡cincuenta años! 

 Decía Víctor Manuel en una entrevista publicada en el citado periódico con motivo de ese acto que seguirá cantando mientras el cuerpo aguante, pero hubiera preferido que en lugar del cuerpo se hubiera referido a la voz, instrumento clave de la actividad que le ha dado nombre y público. Tanto la suya, como la de Sabina o la del mismo y admirado Joan Manuel Serrat, deberían considerar su retirada, por mucho que las técnicas de sonido arropen sus carencias. En el caso de Víctor Manuel creo que hubiera sido oportuno hacerlo aprovechando este cincuentenario de su trayectoria y seguir así el ejemplo de otros afamados colegas como Lluís Llach o Miguel Ríos. 

Lo mejor sería que sus canciones sigan sonando en los discos, donde sus oyentes podrán comprobar mejor el pulso emotivo de su memoria, sin riesgo de que lo pueda perturbar cualquier incidencia negativa en medio de un escenario. Cincuenta años es mucho tiempo en una voz. Así lo consideró en su día el más internacional de los cantantes asturianos antes de Víctor Manuel, el olvidado José González  “El Presi”, menos reconocido en su tierra, cuya canción “Si yo fuera picador” tan dentro nos sigue sonando a muchos tantos años después.

*Artículo publicado hoy también en Astures.info
DdA, X/2.635

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