Para
que se produzca un gran incendio en un campo agostado solo es necesaria
una chispa. Los vecinos del Gamonal llevaban mucho tiempo habitando un
terreno altamente combustible regado por el paro, el abandono de las
necesidades perentorias de la gente y la corrupción del consistorio. La
construcción del bulevar solo ha sido el detonante. Podía haber ocurrido
por cualquier otra cosa como pasó en Egipto o en Grecia. Una chispa de
indignación que transforma a ciudadanos pasivos en combativos
asamblearios.
Los
vecinos del barrio burgalés no son activistas. Son personas normales y
corrientes de clase obrera. Amas de casa angustiadas por la precariedad
de sus familias, desempleados de todas las edades, ancianos que no se
resignan a dejar a sus nietos un legado de sumisión y miseria...
Rumiaban en soledad sus tristezas hasta que han decidido juntarlas
todas. Juntos contra el bulevar, juntos contra los desahucios, contra la
especulación y la pobreza. Todos juntos han descubierto que la pena,
como decía el poeta, tizna cuando estalla. Un revuelta vecinal por un
tema urbanístico, el cierre de un centro de salud o una huelga de
limpieza pueden actuar como catalizadores de la frustración que acumula
nuestro pueblo.
Eso
pone cardíacos a los mandamases absolutistas como doña Ana Botella. A
la alcaldesa le traiciona el subconsciente al calificar de atentados a
las algaradas de Burgos. El mini-yo que habita en su cabeza le advierte
con voz de falsete y acento texano que lo de Gamonal es mal asunto.
Estas cosas se extienden tontunamente (ya hay convocadas movilizaciones
de apoyo en toda España) y al final atentan contra los únicos intereses
que les importan, los suyos propios.
Para
Botella y la troupe de la gaviota, los que no nos resignamos somos
terroristas. Es normal, les damos mucho miedo. Terror a que despertemos
de la catatonia y nos hagamos con las riendas de la democracia. A que
atentemos contra todo aquello ( léase privatizaciones o adjudicaciones)
que les pueda quitar el chollo. La gente del Gamonal somos todos
nosotros, los que estamos hartos y asqueados. Ni terroristas ni
delincuentes. Pero tanto sufrimiento nos está volviendo inflamables y
altamente reactivos a cualquier chispazo de rebeldía.
Y el aire está los suficientemente enrarecido para facilitar el contagio de las llamas. ¿Atentados? Que sigan arrojando gasolina.
DdA, X/2.596
Puntos de Página
+@Madrid lidera la protesta de 46 ciudades en solidaridad con Gamonal
+@Una pequeña gran victoria que va más alla del bulevar y de Burgos
+@Una pequeña gran victoria que va más alla del bulevar y de Burgos
DdA, X/2.596
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