Pareciera, a la vista de las reacciones que causaron en la derecha cerril o más cerril las manifestaciones en el barrio burgalés de Gamonal o ante reacciones de tal integrismo como la del gobierno aragonés promoviendo un concurso antiabortista para escolares, que quienes se nutren del ayer más oscuro de la historia de nuestro país están sonados, hubieran perdido el juicio o funcionasen acordes con un resentimiento enfermizo de tratamiento imposible. Pero no. Aunque algo de resentimiento pudiera haber, porque la memoria de las víctimas del franquismo lo ha sacado a flote, la derecha cerril o más cerril siempre estuvo dotada de una cierta inteligencia -algunos la llamarán astucia- para poner en marcha los ragos genéticos que la caracterizan.
Todas esas manifestaciones esperpénticas de quienes la lideran en los medios de comunicación, y de las que tenemos noticia merced a las glosas que cada noche nos hace El Intermedio de Wyoming, podrán parecer a muchos de una ranciedumbre agónica, afincadas en el hondon más añejo y trasnochado del nacionalcatolicismo franquista en lucha contra el contubernio judeo-masónico-comunista y sin efecto -por lo tanto- en una España moderna que transita muy lejos de aquellas décadas sombrías. Los habrá entre los más jóvenes que rían ante el alcanfor que sazona tamaña jerga, desconocedores -porque no se les educó en ese conocimiento- de lo que representó la dictadura para las generaciones precedentes.
Pero nada de cuanto se dice cada día a través de ese periodismo empapado en el infundio, el oscurantismo, el resentimiento o la soflama trabucaire es a humo de pajas. Se las podrán hacer (las pajas) sus protagonistas con esa verba retrógrada, pero el mantenimiento de unos medios de información que la auspician -sin que sobre ellos repercuta la crisis-, denota que hay capital entregado a su estrategia y que esa estrategia no es otra que recordar al respetable que, además de una supuesta derecha dialogante -aunque el Gobierno sea un rodillo en contra de libertades y derechos-, hay en los márgenes esa derecha cerril capaz no solo de someter a quienes gobiernan bajo su presión, sino de identificar toda protesta ciudadana -como la de Burgos, ganada por los ciudadanos- con la revolución bolchevique, a fin de dar respaldo a una legislación cada vez más restrictiva de las libertades.
Así tenemos que, gracias a la influencia de esos medios de información -tan burdos como falaces en su propaganda- y de quienes los sufragan, y con la excusa de una crisis que enriquece cada vez más a los potentados y reduce a la pobreza a los trabajadores, el vigente Gobierno opera en contra de la mayoría, reniega de su propio programa político y tiene a su cabeza a un presidente tan baladí de argumentos e inepto de discurso como se muestra Rajoy cada vez que se somete a una entrevista, por amable que esta sea, como le ocurrio ayer en Antena 3 con Gloria Lomana.
DdA, X/2.601
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