jueves, 30 de enero de 2014

EN RUSIA SE MATAN POR LA LITERATURA O LA FILOSOFÍA


Félix Población

Les aseguro que daría algo por haber asistido a la discusión. Incluso lo seguiría dando si alguien hubiera transcrito o grabado la charla y tuviera la deferencia de publicarla. Sería con toda probabilidad un excelente libreto teatral. Aun siendo sabedor del gusto, afición o querencia que los rusos tienen por su literatura -como pude comprobar hace muchos años durante mis viajes en metro por Moscú-, consciente asimismo de que la suya es una de las grandes literaturas europeas y del mimo con que se ofrecen al público las casas/museo de sus escritores, resulta para mí sorprendente y de sumo interés que dos ciudadanos de aquel querido país discutan hasta la muerte por sus discrepancias en cuanto a cuál es el más literario de los géneros o qué es o no es literatura.

Sucedió en una apartada región de los Urales que responde al nombre de Sverdlovsk y tuvo por protagonistas a un exprofesor de Literatura, de 67 años de edad, y a un amigo suyo de 53. El hecho ocurrió, según informa la agencia de noticias RIA Novosti, la noche del pasado 20 de enero, tan fría como cabe suponer por aquellas latitudes en estas fechas del año. El más joven de los dos apuñaló en estado de embriaguez a su antagonista, al no reconocer que la única literatura verdadera es la prosa, tal como afirmaba la víctima. 

El homicida, poeta y apasionado admirador en desmesura del verso -según se desprende por su reacción-, relató esa circuntancia a la policía federal rusa de la localidad de Ivrit. Su acción le podría costar nada menos que 15 años en la cárcel, y aunque confieso haber sentido la inercia de suponer e incluso de afirmar que la causa de esa condena sería de las más insólitas que se hayan podido registrar en nuestro planeta, resulta que la citada agencia rusa cuenta que no es la primera vez que un atentado de ese tipo se produce en aquel país.

Sin ir más lejos, el pasado mes de septiembre, en la zona de Rostov del Don, un hombre recibió un disparo tras haber discutido con otro individuo sobre filosofía, en este caso sobre el filósofo prusiano Inmanuel Kant, autor como se sabe de Crítica de la razón pura. Bien mirado,  no me importaría dar algo, incluso algo más que en el caso de los literatos, por el contenido de la discusión que dio lugar a esta segunda incidencia, en la que no se dice nada acerca de si estaban o no embriagados los dicutidores. Aunque sin los resultados descritos, este mundo necesita pasiones así por la literatura o la ideas, con la salvedad de que, en lugar de matarnos, la ebriedad de su conocimiento nos preserve de tanta necedad, tanto vacío y alienación.

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