martes, 7 de enero de 2014

ALGO GRAVE LE ESTÁ PASANDO AL REY Y NOS LO DEMUESTRA


Félix Población

Si yo fuera tan monárquico como lo fue Luis María Ansón con el padre del rey y lo es ahora con su hijo, y lo sería incluso con su nieto Felipe VI si esa oportunidad se la brindara en vida del añejo periodista una abdicación a tiempo del actual monarca, me mostraría muy preocupado por el estado de salud de Juan Carlos I de España, una vez comprobada públicamente su incapacidad para leer con una mínima fluidez y sin trabucarse de modo tan notorio el breve discurso conmemorativo de la llamada Pascua Militar. 

El acto tuvo lugar ayer en el Palacio Real de Madrid e independientemente de que se sea monárquico, juanista o juancarlista, a todo ciudadano con un poco de sensibilidad le debe resultar alarmante que el Jefe del Estado de su país se presente así ante los medios de información sin que nadie con responsabilidad, adscrito a la dirigencia de la Casa Real, haya podido impedirlo. ¿Tanto hubiera costado que el rey ensayara previamente esa alocución para que luego no ofreciera tan deplorable espectáculo ante las cámaras de televisión? 

Si esa prevención no se ha llegado a tomar, resultaría lamentable, pero si ha sido el propio monarca quien -tomándola- ha sido capaz de presentarse así ante los españoles, el asunto es de mucha y muy grave enjundia, pues denotaría por parte del Jefe del Estado un apego al trono capaz de desafiar algo tan determinante para su permanencia al frente del mismo como su estado de salud. En este caso, con la fundada sospecha de que ese estado de salud reviste una cierta gravedad y que, así como el rey ha bordeado el ridículo ayer, podría en el futuro protagonizar otros ridículos más sonados que contribuirían a aumentar el creciente desprestigio de su figura y el de la Corona. 

Una decadencia ostensible y de tal magnitud como la de perseguir el ridículo en futuras comparecencias como la de ayer sería tal vez la que mejor se correspondería con una monarca al que nombró como tal un dictador, afincado en la jefatura del Estado durante casi cuarenta años gracias a su ejecutoria represora.


DdA, X/2.588

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