José María Toro
Tu voz es la música más sublime de tu cuerpo. Eres un instrumento que
suena.Tu voz es un milagro, un don que has de cuidar y respetar. Sonamos
tal y como somos. No solamente decimos a través de ella sino que nos
decimos con ella: no solamente expresa, también nos expresa.
No podemos separar el uso de la voz del resto de nuestro cuerpo porque es
todo el cuerpo el que modela la voz que brota de él.
La voz es caricia sonora, abrazo a base de palabras y carne que se hace language:
verbo. Al hablar tu boca es como una flor y la voz es su aroma. Puedes sentir
el hablar como un derramar el perfume de tu alma gracias a la voz.
La voz es aliento sonoro, espíritu que se torna música, la melodía con la
que se hace audible el Silencio del Corazón.
No hay mayor represión que negar a cada cual su propia voz. Porque la voz,
que sirve de soporte material y energético a nuestras palabras, es poder.
La voz hace que las palabras no sólo muevan sino que puedan llegar a
conmover.
Es la voz la que hace danzar las palabras, la que las envuelve con su
música, la que las impregna de fuerza y las rocía de ternura.
Tu voz eres tú. No sólo hay que estar atentos a lo que decimos sino a cómo
suena lo que decimos. La voz es mucho más que el continente o envoltorio
de las palabras: en nuestra voz podemos escuchar el latido con el que
nuestro corazón vibra en cada palabra que pronunciamos.
*Maestro, escritor, formador y conferencante. Autor, entre otros libros, de Educar con corazón (13º edición), La sabiduría de vivir (3ª edición) y Descansar. Descansar para Ser (2ª edición). Publicdos por la Editorial Desclée de Brouwer.
DdA, X/2.576
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