jueves, 5 de diciembre de 2013

BERNARDA ALBA Y LOS HIJOS DEL MIEDO

Alicia Población

La falta de libertad podría considerarse como uno de los temas universales de la literatura. En la gran obra de García Lorca es Bernarda Alba quien la representa de la forma más fiel posible.

Yo creo que todos tenemos una Bernarda Alba en nuestro interior que nos oprime y nos encadena sin saber muy bien a qué y por qué. Está como escondida pero siempre presente, agarrándonos con sus lazos para privarnos de lo desconocido. En la obra en concreto parece surgir de la obsesión desmesurada por mantener el honor de la familia, pero solo es un aspecto concreto que quizá el autor utilizó para simbolizar de una manera más sencilla esta opresión.

Me atreveré a extrapolar el tema fuera de la obra. El miedo que sentimos en nuestra vida es el causante de nuestra parálisis, y esa parálisis es la misma que parecen sufrir las hijas de Bernarda. Sin embargo la absoluta falta de libertad que representa la madre de familia ofrece a las hermanas una cosa: comodidad. Y es que obedecer es lo más cómodo que hay, tan solo tienes que pensar, actuar, hablar y vivir como te dicen que lo hagas. Creo que es por esta razón por la que no todas las hermanas se oponen a la dictadura matriarcal de forma tan vehemente como lo hace Adela. Es, sencillamente, porque les resulta mucho más cómodo quedarse sentadas aunque esto les lleve al desconocimiento del mundo en el que viven.

¿Y entonces Adela? ¿Qué pasa con Adela? Bueno, yo creo que para hacerle frente a una fuerza tan poderosa como la falta de libertad es necesaria otra semejante, en este caso, el amor. Pero cabe decir que existen claras diferencias entre el amor de Angustias, la hermana mayor, por Pepe el Romano y el de Adela. El de la primera parece un amor impuesto por la madre y que conviene a Angustias no solo por comodidad sino por saber que casándose con él puede ser libre, que es lo que parecen anhelar todas sus hermanas. Sin embargo no lucha por esa libertad, no se enfrenta al bastón de Bernarda, sigue siendo una hija obediente de su propio miedo, de su propia comodidad. Adela, por el contrario, lucha hasta el final, y sin poder asumir que el amor pueda perder la batalla, acaba por quitarse la vida.

Es muy cómodo ser hijos del miedo pero, en mi opinión compensa mucho más ser libre, aunque para ello tengas que ser valiente y levantarte, porque el mundo pertenece a quienes se atreven.
DdA, X/2.559

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