Si te amanecen los ojos,
amor, al albor del día,
yo los beso por hacerme
del fulgor que los anima,
sin pensar que no es su luz,
mujer, lo
que me da vida,
sino los rayos del sol
que se prenden en tu risa
y dan calor a tu voz,
con tu boca por caricia.
DdA, X/2.567
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