Lazarillo
El espectáculo ofrecido por los señores y señoras diputados el pasado jueves, víspera del puente de Los Santos, abandonando presurosamente sus escaños para no perder un minuto y salir pitando con destino a sus lugares de ocio, le parece a este Lazarillo lamentable y deja en evidencia la catadura política del personal que nos representa. Sus señorías ni siquiera tuvieron el detalle de esperar al resultado de la votación sobre la nueva Ley de Pensiones, que afecta para mal a la mayoría de la población pero que a ellos no les incumbe, pues ya se sabe que a sus señorías se les asegura una pensión vitalacia y jugosa mientras al resto de la ciudadanía se le recorta. Este Lazarillo suscribe, por eso, esta carta escrita desde Hong Kong por un lector indignado, Edgard Sanuy, al tiempo que se permite recordar a nuestros diputados y diputadas que son más de diez los millones de españoles que les evitaron en los pasados comicios porque no creen en su representación, algo que con actitudes como la del pasado jueves se respalda y que, de seguir en alza, obligará a penalizar a quienes no voten con un recorte en sus sueldos, tal como ocurre en algunos países, porque comportamientos como esos solo deben merecer la abstención de los electores:
"Vivo desde abril del 2012 en Hong Kong. El pasado fin de semana,
puente en España, no vi a mi madre, ni a mi padre, ni a mis hermanos. El
anterior, tampoco. No se cuántas veces volveré a hablar cara a cara con
mi abuela, o con mi abuelo, en lo que me queda de vida; puedo contarlas
con una mano, posiblemente. Veo a mi familia y amigos una vez al año,
cuando aprovecho para tomarme los 10 días anuales que tengo de
vacaciones y les visito en España. En diciembre cogeré el vuelo anual a
casa que me paga la empresa en la que trabajo, llegaré a Barcelona,
intentaré resumir un año de experiencias profesionales y vivencias en
ocho días de conversaciones; intentaré también resumir el amor de toda
una vida y lo mucho que les echo de menos en unos cuantos abrazos, y
volveré a irme, hasta el próximo año. Y ya serán tres. ¿Y saben por qué
me fuí? Porque alguien hizo mal su trabajo. Mientras lidio con esa
añoranza, sobrellevada gracias, afortunadamente, a la estabilidad
económica que me proporciona haber emigrado, veo el vídeo de la
estampida de los diputados en el Congreso. Y sin haber salido de mi
estupefacción tras contemplar el bochornoso documento audiovisual, leo
algunas reacciones y justificaciones de los políticos a través de las
redes sociales: “Tengo derecho a dormir con mi familia” dice uno,
“Perdíamos el último avión y teníamos que pasar una noche más en
Madrid”, dice otro, y, el que más me ha gustado, del señor Germán
Rodríguez: “Desconocía que el trabajo de los diputados se medía por la
rapidez o lentitud con la que abandonamos el hemiciclo”. Señores
diputados, me siento insultado. Déjenme decirles a todos ustedes, a los
que se fueron antes de la última votación, y a los que se fueron sin
conocer su resultado, que deberían tener un poco más de vergüenza. Su
prioridad no debe ser perder o no perder un avión. Su prioridad debe ser
quedarse el tiempo necesario y mostrar interés por lo que hacen, hasta
que España vuelva a ser el Estado del bienestar que fue y que ustedes,
como únicos responsables junto al sistema bancario, han destrozado. Ha
sido su mala gestión del país la que nos ha llevado a muchos muy lejos
de los nuestros, y no sabemos para cuánto tiempo. Si muchos de quienes
les pagamos el sueldo vemos a nuestras familias una vez al año, por
culpa de su incapacidad, no tengan la poca vergüenza de utilizar a las
suyas para justificar esta ridícula actuación. En un país en el que el
40% de los jóvenes están desempleados, debido a malas decisiones tomadas
por ustedes, parece que su prioridad era tomar un avión que les llevaba
al sofá de casa. El trabajo de los diputados se mide por la situación
económica y social de un país, así que, al menos, traten de parecer
profesionales".
Puntos de Página
VOTA PORQUE LA TELEASISTENCIA A
LAS PERSONAS MAYORES
VUELVA A SER GRATUITA:
DdA, X/2.532
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