jueves, 28 de noviembre de 2013

LA DERIVA DE ESTE PAÍS EMPUJA A NO PERTENECER A ÉL

 
Jaime Richart

Como dice el líder de Partido Nacionalista Escocés, Salmond, de Escocia respecto a Westmister, la independencia a la que aspira Catalunya no es el objetivo en sí mismo, sino la de una vida mejor. Los catalanes no arriesgan nada y tienen mucho que ganar.

Lo exasperante, para los que somos liberales en política (ahora que los neoliberales retuercen tanto los conceptos y se adueñan del término "liberalismo" que en su boca y su queha­cer sólo es intolerancia y opresión), es presenciar la nula gran­deza  de miras que existe entre los generadores de opinión (más allá de Catalunya) acerca de este asunto. No hay periodista ni político que trate la "independencia" de quien sea como una idea más, propia de una sociedad que desea progresar. Sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que maldecimos nuestra suerte el resto, por culpa de todos los que han mal gobernado a este país durante 36 años y por lo mucho que han robado, y lo mucho que han traicionado sus programas y su ideario los par­tidos principales...

Los pueblos, como todo hijo de familia que se basta tiene de­recho a emanciparse, e incluso debe hacerlo. ¿Qué hace en una familia de ladrones a la que ya no necesita y con la que, ade­más, no se entiende aquélla y aquélla le hace sentirse, una y otra vez, extraño a ella?

¿Quién, a menos que este intoxicado por el tópico y por la palabrería de los falsos y cínicos patriotas: esos que se llevan el dinero a otra parte; esos que sólo les interesa el bien común y lo público para abusar del uno y del otro y enriquecerse; esos que se asignan jubilaciones millonarias -otra forma de  robar-; esos que entonan constantemente cantos a la libertad -sólo la suya-... tiene derecho a negársela a un pueblo que desea su pleno desarrollo cultural y político, y en definitiva la emanci­pación completa de un Estado compuesto por quienes al fin y al cabo le ignoran o le detestan? 
 
La deriva que va tomando este país, aparte el saqueo salvaje al que le han sometido tantos malhechores durante veinte años, empuja a no desear pertenecer a él ni a figurar en sus registros oficiales. Razón suficiente para comprender a quienes desean otra cosa y se esfuerzan en conseguirla. La simple ilusión de ser libres respecto a quienes dicen estar dispuestos a españoli­zar a Catalunya, ha de ser un atractivo esplendoroso para mi­llones sin presente ni futuro. El sueño basta para compensar otras carencias. Incluso los que no vivimos allí ni "somos" de allí pero sí liberales de verdad, vemos en ese propósito la mejor manera de sacudirse un pueblo esta crisis pavorosa que, como la peste, amenaza a millones de personas. España no se merece Catalunya. Como no se merece Euskadi. Y no sé si tampoco Galiza. La caída de una rama, es la mejor señal de que el tronco está podrido... Viva Catalunya lliure.

DdA, X/2.553

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