Mucho me temo que entre los cebos que el Partido mal llamado Socialista y peor mentado Obrero reserva para las próximas y todavía lejanas elecciones generales, lo de sacar los restos de Franco y José Antonio Primo de Rivera forma parte de una rebúsqueda de votos que su infeliz trayectoria ya apenas puede encontrar entre muchos de los ciudadanos que algún día lo votaron y se vieron defraudados después.
Da un poco de grima, la verdad, que luego de ocho años en el Gobierno de la nación -descontando los casi catorce del dios Felipe-, y tras aprobar una Ley de Memoria Histórica que para muy poco ha servido, el PSOE pretenda ahora hacer lo que no se atrevió a cumplir en su día. Tanto oportunismo rechina en la conciencia de los españoles.
Con similares objetivos también el PSOE prometerá -como ya viene circulando desde hace algún tiempo en foros y mentideros- la revisión de los acuerdos entre España y El Vaticano, que tienen a este país tan sujeto por la entrepierna a los dictados de la Santa Madre Iglesia, que sigue viviendo de sus privilegios como antaño.
Un nacionalcatolicismo redivivo se instala en el plan del nuevo bachillerato, como recuerda hoy mi estimado Aramayona, gracias a la doctrina Wert bendecida por la obispalía, y el PSOE cree llegado el momento de arrepentirse de los mayores pecados que le han condenado a estar como está: purgando su credibilidad perdida y difícilmente recuperable con el personal llamado a liderarlo actualmente.
DdA, X/2.526
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