Jaime Richart
En la entrevista que le hizo una cadena de
televisión norteamericana, la periodista preguntó al presidente del gobierno
español acerca de los famosos sobresueldos y el caso Bárcenas. Y a éste no se
le ocurrió otra respuesta que la no menos famosa "no se podrá
demostrar". Sólo le faltó añadir que ya están debidamente entrenados los
magistrados que habrán de juzgar y sentenciar los hechos para absolverle o
sobreseer el caso.
Ignora el caballero (si no, no hubiera respondido así) que
tampoco a jefes de bandas criminales organizadas, es decir distintas mafias
en el Chicago de los años 30, no se les pudo demostrar nada, y sólo uno de
ellos, Al Capone, entró por poco tiempo en presidio por evasión de impuestos.
No extrañaría que se repitiera la historia con el actual presidente de gobierno
español, pero sin entrar éste en la cárcel ni volver a saberse del asunto.
Por otro lado, los varios portavoces del
gobierno y el ministro de Educación, a los centenares de miles de manifestantes
contra la reforma educativa y los recortes relacionados con la educación se les
contesta que el PP tiene mayoría absoluta y puede hacer lo que quiera; con
estas u otras palabras por el estilo. No tienen en cuenta que también Hitler y
el partido nazi fueron elegidos democráticamente por mayoría absoluta, y
Franco era aclamado tumultuariamente cada primer viernes de mes, y no por eso
la historia y el presente les aclaman o les perdonan.
Por consiguiente,
aquella votación mayoritaria, aparte de no ser nunca un cheque en blanco de
los votantes para que el partido más votado abuse del poder, ahora se convierte
en una verdadera maldición. Sin embargo resulta que, para todos los desafueros
que viene cometiendo, el partido de gobierno nos dice que no sólo cuenta con
sus votantes engañados, sino también con las mayorías silenciosas: todo para
él... Lo dicho vergūenza tras vergüenza.
DdA, X/2.499

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