Antonio Aramayona
La mañana transcurría tranquila: gente que se ha hecho fotos una y otra vez (no las pongo por los acontecimientos venideros), Jimmy se ha comprado una camiseta verde, y el perroflauta motorizado ha recibido un hermoso regalo de Paquita y Noemí para su futur@ niet@. Se me ha hecho un nudo en la garganta de la emoción.
La mañana transcurría tranquila: gente que se ha hecho fotos una y otra vez (no las pongo por los acontecimientos venideros), Jimmy se ha comprado una camiseta verde, y el perroflauta motorizado ha recibido un hermoso regalo de Paquita y Noemí para su futur@ niet@. Se me ha hecho un nudo en la garganta de la emoción.
Acababa la jornada matutina, cuando han
venido. Primero una furgoneta, después otro furgón de la policía. Éramos cinco:
Paquita, Noemí, Víctor, Marisol y Antonio. Nos han pedido la identificación y
han comunicado que debíamos desalojar la zona (el portal de la Consejera).
Marisol y Antonio se han negado en redondo y se han quedado donde estaban.
Cinco policías (los demás estarían dentro de los vehículos) alrededor de cinco
personas pacíficas que se limitaban a portar sendos carteles. El policía
interlocutor hablaba mucho y escuchaba poco y mal. Se esforzaba en mostrar
calma y dominio de la situación, pero me dio la impresión de estar nervioso.
Han tardado un buen rato en volver a
hablar con nosotros. Tras recibir las órdenes oportunas, nos han comunicado que
no solo deberíamos desalojar, sino también dejar de exhibir los carteles (unos
carteles que llevamos exhibiendo desde hace cinco meses y una semana en un
lugar ocupado durante ese mismo tiempo y del que ahora nos querían desalojar).
Ante semejantes muestras de irracionalidad, Marisol y yo nos hemos negado a
ambas cosas.
El policía interlocutor ha apelado
entonces a nuestra sensatez, madurez y buen juicio, pues las consecuencias de
nuestra decisión iban a ser graves. Al ratificarnos en nuestra postura, ha
extendido una hoja de denuncia “por negarnos a desalojar el portal de la
vivienda de la Consejera de Educación al requerimiento de los agentes”. Nos hemos
negado a firmar la denuncia y nos ha entregado una copia rosa en la que apenas
se puede leer nada. En unas fechas llegará a nuestros domicilios la carta
certificada donde se nos comunica la sanción.
Dicho lo cual, nos ha comunicado que
quedábamos a la espera de la llegada de un jefe superior que nos comunicaría no
sé qué y nos llevaría al calabozo.
Se
ha congregado mucha gente alrededor. La mayoría no podía creer lo que estaba
viendo. Gracias sobre todo a Josefina Musulén, han empezado a llegar responsables
de su Partido (CHA) sobre todo en el Ayuntamiento y también de Izquierda Unida. La abogada de
CHA nos ha ofrecido sus servicios jurídico-legales gratis en cuanto nos llegue
la carta. Mención especial merecen muchos estudiantes con sus camisetas verdes
que han ido sentándose en el suelo o de pie alrededor. Hemos hablado, nos hemos
animado y han aplaudido ellos y ellas y la gente que andaba por allí. Me ha
producido una gran alegría volver a ver a Óscar, hijo de Josefina, responsables
de las Juventudes de CHA y al que tuve el placer de dar clase de ética y
filosofía en un Instituto.
Asombrosamente, con bastantes personas
aún alrededor, se me ha ocurrido preguntar a uno de los policías cuándo iba a
venir ese jefazo que nos iba a enchironar. “No sé, yo he venido hace poco”, ha
respondido. Y en plan de broma, le digo qué pasaría si me voy. “Nada”,
contesta. “¿O sea, que podemos irnos cuando queramos?”. “Sí, claro”, vuelve a
responder el policía.
Eran ya pasadas las 14,30. Y nos fuimos
cada un@ adonde debía. Contentos y satisfechos porque habíamos hecho y sido lo que debíamos hacer y ser.
Hasta mañana, el portal de la Consejera,
a las 9,30 de la mañana.
Nota de Lazarillo: Visto lo visto, apreciado Antonio, tal parece que la presencia policial fuera un incentivo a considerar para incrementar el apoyo solidario de quienes comparten el mensaje de tus carteles. Lo de la inminente llegada de una autoridad superior (militar, por supuesto) que os comunicaría algo y acto seguido os conduciría al calabozo, me ha recordado la frase de Tejero desde la tribuna del Congreso en aquella fecha esperpéntica, cuyo último capítulo ha sido la falsedad del tricornio del mentado, ofrecido en pública y suspendida subasta por esa razón tan esperpéntica. Esperpento sobre esperpento, así nos va.
Nota de Lazarillo: Visto lo visto, apreciado Antonio, tal parece que la presencia policial fuera un incentivo a considerar para incrementar el apoyo solidario de quienes comparten el mensaje de tus carteles. Lo de la inminente llegada de una autoridad superior (militar, por supuesto) que os comunicaría algo y acto seguido os conduciría al calabozo, me ha recordado la frase de Tejero desde la tribuna del Congreso en aquella fecha esperpéntica, cuyo último capítulo ha sido la falsedad del tricornio del mentado, ofrecido en pública y suspendida subasta por esa razón tan esperpéntica. Esperpento sobre esperpento, así nos va.
DdA, X/2.519
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