sábado, 19 de octubre de 2013

RESPUESTA DE FEDERICO A LA NIÑA ENGRACIA SANTAMARTA


Lazarillo

Gracias a mi estimado colega La Antorcha de Kraus, en quien muchas veces busca este Lazarillo ejemplo y motivos para estimular su modesta agudeza, me entero de la carta publicada ayer en el diario El País y que de otro modo, por haber dejado de leer este periódico, no hubiera tenido acaso la oportunidad de descubrir. Estoy con La Antorcha en que esa misiva no se podía quedar flotando en el silencio del tiempo y el destinatario. Merecía la mejor de las respuestas, por tardía que fuese, en la que quedasen bien claras esas tres últimas líneas: "Solo aprendiendo se puede ser libre todos los días de la vida. Solo sabiendo se desarrolla la generosidad y la concordia entre los humanos. Haz cuanto esté en tu mano por llevarte bien con tus compañeros y por hacer más felices a quienes veas más desdichados".
 
Querida Engracia. Me acuerdo perfectamente de ti, de tus largas coletas morenas y de tu pizpireta cordialidad. ¿Cómo iba a olvidarme de aquella niña que hablaba no tanto por sí misma como por los demás niños de la colonia? No, en modo alguno he olvidado remitirte la muñeca. No pienses eso. La demora no ha sido olvido. Las circunstancias de mi trabajo y lo que les está sucediendo a muchos hombres en el continente me tienen absorbido. Donde me encuentro no siempre tengo libre disposición para cumplir mis compromisos personales, como el contraído contigo. Ahora tengo unos días de asueto y voy a disponer el envío de lo prometido, lo cual te haré llegar provechando la visita de un amigo íntimo a la zona donde estáis. Aunque si consigo permiso de mis camaradas superiores acaso sea yo mismo en persona el que me presente; pero por si acaso no te hagas muchas ilusiones. Cuenta con mi regalo de modo inmediato. No te haré llegar una muñeca, sino dos. Dos por esos dos sobresalientes. ¿Sabes que tienes una caligrafía admirable y una redacción fluida? Dos por todos esos "Bien" que has sacado en las demás asignaturas. Dos por reclamármelo dos veces, con todo tu derecho y tu valor firme. Y, aunque no quiero anticiparte más, creo que habrá otras sorpresas. A una chica tan valerosa como tú poco puedo decirle. Tu capacidad de iniciativa al reclamarme lo que te había ofrecido me entusiasma. Te animo a que continúes aplicándote, porque ser niño es sobre todo ser activo, ingenioso e imaginativo. Solo aprendiendo se puede ser libre todos los días de la vida. Solo sabiendo se desarrolla la generosidad y la concordia entre los humanos. Haz cuanto esté en tu mano por llevarte bien con tus compañeros y por hacer más felices a quienes veas más desdichados.  Un fuerte y saludable abrazo de tu siempre amigo

Federico. 

(La carta manuscrita reproducida en la fotografía venía ayer en un suplemento de temas rusos en El País y me conquistó. Alguien tenía que inventarse una respuesta, aunque sea tardía).

DdA, X/2.515

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