Sacerdotes presos en Carmona
Félix Población
Al papa Francisco se le ha visto el plumero con motivo de la beatificación de medio millar de religiosos asesinados durante la Revolución de Asturias y la Guerra Civil. El pontífice que nunca ha sido de derechas dijo que hay imitar a esos mártires porque siempre hay que morir un poco para salir de nosotros mismos, de
nuestro egoísmo, de nuestro bienestar, de nuestras perezas. El santo padre que vive en Roma animó a la feligresía a ser cristianos de obras y no de palabras.
En una breve alocución grabada en vídeo, Francisco puso como ejemplo el de esos mártires que imitaron a Jesucristo e
insistió en la necesidad de abrirnos a los demás, a los que más
necesitan, sin duda advertido de que esa fue la actitud llevada a cabo por la iglesia franquista, que prestó palio y preces al dictador mientras perseguía con ejecuciones y cárceles a los vencidos, o a quienes combatieron contra su regimen y fueron fusilados hasta dos meses antes de que el anciano general expirara. Alabemos al Señor para que sus valientes testimonios
y su intercesión sirvan para liberar al mundo de la violencia, dijo el papa argentino en referencia a quienes apoyaron la mayor violencia desarrollada en la historia de España contra una régimen legalmente constituido.
Para la Plataforma para la
Comisión de la Verdad, la Iglesia tendría que pedir perdón por el apoyo
que dio al general felón Francisco Franco durante la Guerra de España y por haber legitimado la larga y dura represión
posterior que siguió a su victoria. Esa plataforma, que aglutina a más de un centenar de asociaciones de la Memoria Histórica de todo el país, envió una carta de buena voluntad al papa Francisco en la que le pedía que suspendiera la ceremonia de Tarragona porque se trataba de un acto político de
afirmación franquista.
La represión franquista en el
País Vasco afectó no solo a miembros de la CNT, PSOE y el Partido
Comunista sino a cientos de nacionalistas vascos, muchos de ellos
católicos prácticantes. Entre ellos había varios sacerdotes y religiosos
que fueron ejecutados por el bando sublevado en el verano de 1936 por su
proximidad al PNV y su fiel apoyo a la República. Iñaki Goioaga,
historiador de la Fundación Sabino Arana, recuerda en declaraciones a
ZoomNews que la mayoría murieron ejecutados en Guipúzcoa antes de
octubre de 1936. Fue una represión en caliente. Se dice que el Requeté
de Navarra llegaba a cada población conquistada con una lista de
sacerdotes a ejecutar. Se les fusilaba sin juicio previo para no dejar
rastro. El historiador asegura que a
varios de esos religiosos que murieron en manos de los franquistas se
les hacía ver que estaban en libertad, firmando ellos mismos la orden de
liberación. Después se les llevaba a una cuneta. Era un intento de
encubrir las barbaridades que estaban haciendo.
Para muchos nacionalistas vascos,
el padre José Artiztimuño Olaso fue uno de esos mártires religiosos asesinados por quien gracias a la santa iglesia católica ostentó el título de caudillo por la gracia de Dios. Nacido en Tolosa
en marzo de 1886, este jesuita fue miembro del PNV y cofundador del
sindicato vasco eLa-STv. Con el seudónimo de Atizol escribía numerosos
artículos de prensa y participó en varios certámenes de poesía. Al
comenzar la sublevación y temiendo por su seguridad se refugió en la
localidad vascofrancesa de Lapurdi, a 15 kilómetros de Bayona. El 15 de
octubre de 1936 tomó la decisión de regresar a Bilbao: allí estaba su
familia y el grueso de sus amigos. Cogió el buque Galerna que le tendría
que llevar a Bilbao, todavía bajo control del Frente Popular. Nunca
llegó a la capital vizcaína. En alta mar, el buque fue
apresado por la armada franquista y el padre Artizmuño fue detenido y
trasladado a la cárcel de Ondarreta. Tras ser sometido a todo tipo de
torturas y vejaciones, el jesuita murió fusilado en el cementerio de
Hernani junto a otro centenar de presos. Años más tarde su cadáver
desaparecería de este cementerio y sería trasladado, posiblemente, al
Valle de los Caídos.
Fuera del País Vasco, el párroco
de Los Corrales (Huesca), José Pascual Duaso también murió asesinado por
un grupo de falangistas el 22 de diciembre de 1936. Miembro de una
familia de izquierdas, a Pascual lo matarían de una manera premeditada y
fingiendo un altercado vecinal en la víspera de Nochebuena. El sacerdote mallorquín Martín
Usero murió en circunstancias similares después de que se
conociera que había ayudado a escapar de la isla a un grupo de
republicanos durante los primeros días de la Guerra Civil Española. Otro sacerdote mallorquín, Jeroni Alomar Poquet, fue condenado a la pena capital tras ser acusado de rebelión militar contra el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.
El papa Francisco, que nunca fue de derechas, ha obrado en esta cuestión como sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, artífices de beatificaciones masivas en las que solo figuraron las víctimas identificadas con el franquismo, algo que nunca se atrevieron a hacer los papas precedentes, Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI. Ningún pontífice de los nombrados se ha atrevido a pedir perdón, hasta ahora, porque la iglesía en España haya apoyado aquel régimen y mantenga enterrado a su máximo representante en la basílica del Valle de los Caídos, bajo el símbolo de una gran cruz que representa la fraternidad cristiana. Mientras, miles de víctimas del franquismo siguen bajo tierra en fosas y cunetas sin nombre, sin que el santo padre que vive en Roma se acuerde de su memoria.
Puntos de Página
DdA, X/2.510
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