Tal
como van las cosas... Tal como son los dictámenes de las fiscalías, las
respuestas de los imputados y de los testigos a jueces, abogados y
fiscales; tal como se pronuncia la fiscalía anticorrupción y la agencia
tributaria; tal como responden los innumerables personajes acusados de
corrupción o sospechosos de corrupción, así como la temblorosa actitud
de los jueces instructores y la manifiesta parcialidad de los
magistrados que forman parte de los tribunales autonómicos y
provinciales, el constitucional y el supremo, todo parece indicar que
los casos de corrupción, cada día que pasa más numerosos y más graves,
se van a ir quedando sucesivamente en nada. El país va a tener que
asumir que la corrupción y el caciquismo político son formas de gobierno
y han tomado carta de naturaleza entre nosotros.
Hay
precedentes que lo avalan. La mayoría de los votantes que propiciaron
la mayoría absoluta del partido en el gobierno ya tenían claros indicios
de corrupción en casos escandalosos: Naseiro, Camps, Fabra... Su
gravedad y el cinismo de los protagonistas eran lo suficientemente
graves, moral y éticamente, como para no respaldar en las urnas a
semejantes villanos. Sin embargo millones de votantes les premiaron. En
estas condiciones es muy difícil no culpar a una cuarta parte de España
de la situación que padecemos. Ellos son la causa de la causa. Por esto,
primero tiene que cambiar el carácter y sensibilidad de la ciudadanía.
Sólo luego se verán los efectos.
Sólo cuando madure esa España
irresponsable, el pais habrá entrado en la democracia. Mientras tanto la
corrupción seguirá reinando y gobernando, en gran medida porque los
tribunales juzgadores la protegen con astucias. Lo dicho, la indignación
progresiva que provoca todo esto, no puede desembocar más que en
sublevación. Pero si la indignación se frustra, si la indignación no se
resuelve en sublevación, se convierte en amargura. Y como la aquella no
es probable, cada dia se perciben en la calle más torrentes de amargura
que van al encuentro con la depresión psicológica y económica o a
fundirse con ellas. Así entran las naciones en la decadencia...
Nota: La ilustración corresponde a la revista satírica Gedeón y refleja la situación a finales del siglo XIX. De ahí venimos.
Nota: La ilustración corresponde a la revista satírica Gedeón y refleja la situación a finales del siglo XIX. De ahí venimos.
DdA, X/2.502
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